NEO-NAVISMO O LA DISPUTA POR LA HERENCIA 4

APUNTES PARA UN ENSAYO

(Cuarta y última parte)

Antes de iniciar la última y más “sensible” de las partes de estos apuntes, debo agradecer a tres personas (al 17-I-96), que tuvieron la gentileza de señalar un doble error cometido en la tercera parte: Adalbetro Noyola Vázquez, J. Carmen García Vázquez y José Santos Alonso. El primero, con la confianza de la relación antigua. El segundo, con fina elegancia, en la rectificación discreta en su columna (PulsO, 16 de enero). El último, por carta al Director Editorial de PulsO, directo y específico. Debió decir Germán del Campo en lugar de Fernando Capdeville, y Gonzalo N. Santos, no fue Jefe de la Policía del D.F., entonces era Diputado Federal por San Luis Potosí. Gracias de nuevo por la corrección.

EL PODER CAPITALIZA LOS ESFUERZOS

Recordábamos, en la segunda parte de estos apuntes, al grupo de estudiantes que inauguraron la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma Potosina, y a su director Ramón Alcorta. Un grupo que junto con otros profesionistas en su mayoría, deseaba acceder al poder por las vías tradicionales, mismas que les fueron cerradas. Pero las circunstancias se tornaron concurrentes, coincidentes, propiciatorias…

 

Nava, el Dr. Nava, el Dr. Manuel Nava Martínez, se constituyó en un líder moral y político de las causas universitarias y de las que repudiaban la prepotencia, la impunidad y la corrupción; pero la vida se le escapa en la madurez, en el inicio de la posibilidad de la búsqueda del poder… Ramón Alcorta también se alejó para siempre.

 

Terminaba la primera etapa del navismo como movimiento reivindicatorio.

 

Nava, el Dr. Nava, el Dr. Salvador Nava Martínez, era alumno de la Facultad de Humanidades, amigo de Ramón  Alcorta, partícipe del discreto proyecto de la búsqueda del poder y casualmente propiciatorio a los fines del poder central. En una trama política propia de la antigua familia revolucionaria, se instrumenta la “caída” de Gonzalo N. Santos  “desde afuera del poder”.

 

El pueblo, cansado, reacciona ante el cacicazgo y bajo la dirección de un auténtico caudillo local, reivindica sus propias causas; las causas populares; las que, a fin de cuentas, cumplen puntualmente con los designios de allá “arriba”: Realizan el “ajuste de cuentas” a cambio de vislumbrar posibilidades futuras.

 

 

Las posibilidades de cambio variaban sustancialmente entre los cálculos del “centro” y los cálculos del Dr. Salvador Nava Martínez.

 

Luego de la huida del Gobernador Manuel Álvarez (1958), y de fintas y refriegas que evitan las elecciones extraordinarias, llega a San Luis Potosí, como Gobernador Sustituto, el amigo del Presidente López Mateos, el periodista Francisco Martínez de la Vega. El veneno y el antídoto, o el antídoto y el veneno, según desde donde se vea, estaban juntos. Las fuerzas para imponer el equilibrio estaban plantadas. Además, eran parientes, se conocían, se sabían. Curiosa semejanza con diciembre de 1992.

 

Nava, como presidente municipal, limitado un tanto por el gobernador, realiza una auténtica tarea de “zapa” al sistema. Popular, conocido, de comunicación fácil, cercano, sin protección excluyente, incrementa su popularidad. El centro, satisfecho con la tarea de Nava, inducida con base en los antecedentes, tiene planes distintos. Propone “carrera política”, ascenso progresivo que capacite, enseñe, explique. Nava demanda el Estado, “… Nava se creyó la ola” (Gustavo Díaz Ordaz, Srio. de Gobernación).

 

Represión enérgica, fuerza legitimada, el sistema se sostiene. Nava fue instrumento circunstancial. Manuel López Dávila (1961-1967) toma posesión “dentro” de un dispositivo infranqueable del Ejercito Mexicano. Los resultados electorales numéricos, creo, no fueron lo importante… La familia potosina se escinde para siempre; las reconciliaciones nunca han sido ni serán definitivas. El daño, la marca de por vida, estaba grabada. ¿Exceso de fuerza y celo? ¿falta de visión, de oficio político,  complicado con indigestión de un triunfo no muy propio? La flexibilidad de las estructuras tiene límite y ritmo. Al reloj político del país aún nadie le entendía las horas…

 

EL PARÉNTESIS AÚN NO EXPLICADO

La segunda etapa del navismo se cerraba. Mucho hay que indagar sobre las causas reales que dieron origen al episodio de doce años que aquí se inició (que escriban los que saben, los testigos, los que guardan testimonios…).

 

Antonio Rocha Cordero (1967-1973), ilustre, probo, estricto, justo, imparcial: llegó, cerró heridas, maquilló cicatrices, integró un gabinete plural, amplió el número y calidad de su equipo real, con los patronatos, ocupó a los factores del poder y minimizó la insidia, digo yo, muy arraigada en nosotros. Lo que usted quiera, pero hizo un gobierno ejemplar.

 

Guillermo Fonseca Álvarez (1973-1979), hijo político de Rocha (igual que Florencio) y, en lo esencial, prorrogación de aquel gobierno, se distingue por un ritmo sostenido, constancia de trato y respuesta, en resumen seriedad, equilibrio y respeto. Se fortalece el sistema.

 

EL REGRESO, APARENTEMENTE FORZADO…

Reaparece la prepotencia, la impunidad, la corrupción descarnada. Se cancela el corte mensual de caja, desaparecen los patronatos. Se reinicia la toma de decisiones que relegan a la sociedad, ésta ya no existe, el absolutismo, ausente de reglas, superior al de Santos, retorna con  Carlos Jonguitud Barrios (1979-1985) que hace, meticulosamente, lo necesario para encender rescoldos y, luego, les arroja leña.

 

El Navismo resurge, diferente, con apoyos variados. Inicia su tercera etapa.

 

San Luis ya es otro. La universidad está plenamente controlada a favor del sistema; los obreros: ferrocarrileros, textileros, ya no existen, ni en número ni en compromiso; las colonias populares lo recuerdan bien y lo respaldan. Los empresarios, en su mayoría, están alejados (¿el financiamiento?). Los tiempos son otros, el movimiento, vestido de reivindicatorio se manifiesta, en los hechos, contestatario,  coyuntural; tendiendo al fanatismo político. Crítica severa sin responsabilidad alguna.

 

Por otro lado, el poder central ha sufrido serias mermas. De 1968 en adelante se inicia un proceso de deterioro, Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) deja mal sabor de boca y fuertes resentimientos. La inflación se inicia y la capacidad de generación de empleos disminuye su dinamismo. José López Portillo (1979-1982) estruja fuertemente a la Nación. Los precios calan, los ahorros desaparecen aceleradamente y por decreto. La ilusión del oro negro (rota por Ronald Regan), no es bien explicada. Queda una humillación  grave. Miguel de la Madrid (1982-1988) promete moralidad, tibio y medroso, nos hereda lo peor.

 

Ahora (1982à) el Navismo tiene discípulos activos.  Unos con la prosapia del viejo origen, otros más nuevos, otros jóvenes, pero todos bajo el encantamiento que les generaba el Dr., todos con la vista en la herencia, ¿camino político hacia el poder…?, cuando desde el poder se comienza a entender el ritmo de las horas… En algunos, aún hay principios vigentes y si por el otro lado, se entiende bien el ritmo de las horas, quizá nunca lleguen…

 

Florencio Salazar Martínez (1985-1987) no midió bien sus fuerzas, fue vencido por el poder y la falta de concertación oportuna. Perdió probablemente la más brillante época para un buen incremento del empleo y del salario real de los potosinos. Intentó la democracia, pero excluyó a la Capital del Estado. De la paliza (1-I-86), si no fue el actor intelectual, solapar la verdad lo hace culpable moral.

 

Leopoldino Ortiz Santos (1987-1991), ¿buscaban el cromosoma?, hombre bueno pero de rienda floja y caja descuidada, en la dispersión del poder parece aquietar los ánimos. Nava visita al Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), pero mantiene la característica del tercer período del navismo. Críptico, amenazante, calculador, casi  cínico, retando al poder central que por entonces parecía reconstituido.

 

EL ÚLTIMO ESFUERZO, LA FINTA O EL PESO DE GUANAJUATO

Fausto Zapata Loredo (me da vergüenza poner el período, creo que pagó muy caro, sea lo que fuere lo que pudo haber hecho, 1991-1991). Después de la toma de posesión, y de que el Presidente recibiera las “pruebas” del fraude, pareció que las cosas tomaban su cauce. Los discursos públicos así lo sustentan. Fue finta o la inesperada renuncia de Ramón Aguirre al gobierno del estado de Guanajuato, la que dio nueva vida a la esperanza.

 

Nava se sabía enfermo, conocía que difícilmente podría terminar la marcha, el centro, parece que no estaba al tanto de su real estado de salud. Nava se jugó lo último y hasta el final.

 

Salvador Nava Martínez inició buscando la gubernatura, fin último de su grupo originario, la cuarta y última etapa del navismo (1991 a 8-V-1992). Asociado con la izquierda, el resentimiento y el rencor… (“lobos con piel de cordero”), pierde algunos de los más fieles adeptos, gana pocos y malos seguidores. A cambio, adquiere brevemente dimensión nacional real, entre que lo empujaron las torpezas del candidato oficial y que lo recibió la izquierda, al mismo tiempo, su última esperanza para alcanzar el poder, para construir un precedente, pasando del nivel regional, al ámbito nacional.  Se trueca el pequeño resto del espíritu cívico, por la fijación destructiva, la obstinación, se propone la aniquilación, el exterminio, sin preveer la suplencia de estructuras, no importa que el tránsito o el fin, sea la anarquía.

 

Así lo vi, así lo percibí, así lo leo aún hoy, así lo apunto, para, algún día, intentar un ensayo…

 

El significado de Candidato Ciudadano es creación, exigencia y patrimonio de la oposición cívica originaria del navismo.

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