¿NUEVA CONSTITUCIÓN PARA LOS POTOSINOS? O ¡POTOSINOS, “NUESTRA” NUEVA CONSTITUCIÓN!

A la mayoría priísta del

Congreso del Estado.

Señores Diputados…

Que ya está listo el proyecto de la nueva Constitución que regirá en la “modernidad”, las relaciones entre los Potosinos y, en parte, les facilitará construir su futuro individual y colectivo. Eso dicen, yo aún no veo claro, nada claro. ¿Usted sí?

 

La información que se nos ha dado sigue siendo pobre y poca, irrespetuosa y con todas las características de un “neoabsolutismo”, del “presidencialismo” a la mexicana, de la tristísima inercia que nos arrastra, porque no la arrastramos, porque no la arrasamos…

 

Qué sabemos de la Constitución, cuya propuesta de modernización nació de un buen consejo, que luego se transformó en obsesión, dentro la ola traumatizada que encuentra su fuga en la innovación sin origen, sin destino, sin autenticidad, sin compromiso, sólo por el afán de ser más, por asegurar la preservación de sus destacadísimas ideas, por dejar huella, huella de las ideas que superan a las de todos los antecesores,  y que deben quedar plasmadas para la posteridad, en parte, en mi nueva Constitución.

 

¡Cómo me acuerdo de Carlos Salinas de Gortari! Lástima que no sea el único, aunque, sí, esperamos que sea el último… (que nos oiga San Ernesto).

 

¿CONSTITUCIÓN?

 

Dicen los que conocen de ésto que, Aristóteles (384-322 a. de J.C.) es quien por vez primera usa este concepto: Constitución, (en griego politeia) refiriendose básicamente a la “forma en que el Estado (polis) tiene organizadas las tareas de que es responsable,  independientemente de lo bien o mal que éstas sean desempeñadas o lo bueno o malo  que sea el modelo de gobierno que las desempeña”.

 

 

Aristóteles destaca, que la mejor Constitución es aquella en la que a los ciudadanos, después de aprender a obedecerla, se les reconoce el derecho de aplicarla, de ejercerla en plenitud.

 

Así mismo, Aristóteles diferencia entre Constitución, Leyes (nomoi) y Reglamentos (psephismata), dicho en términos de hoy,  todo ello consultado, aceptado, ratificado y modificado en asamblea y por el voto directo de los ciudadanos…

 

LA MODERNIDAD COMO IDEAL

 

Pero brinquemos en el tiempo. Dejemos a los griegos, saltémonos a los romanos, que también tienen lo suyo, y así, lleguemos, solo por un momento, al francés, tan poco recordado y fundamental en la política moderna: Montesquieu (Charles-Louis de Secondat, barón de La Brède et de Montesquieu) (1689-1755). Por ahí andaban también Jean Jacques Rousseau (1712-1778), y, el gran antecedente, René Descartes (1596-1650). ¡Qué Francia aquella! ¡Ah Jesuitas!

 

Montesquieu crea la división de poderes que ahora tanto usamos en los discursos y escritos. Luego del absolutismo de Luis XIV propone, en El Espíritu de las Leyes, publicado en 1750, la división del poder en tres cuerpos, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, a ejercerse, necesariamente por tres personas o grupos de personas diferentes. ¡Qué poco hemos entendido de esto los mexicanos!

 

No pueden pasarse por alto hechos fundamentales: Además de la época llamada de la Ilustración, a la que pertenece Voltaire, y algunos más junto con  los arriba nombrados, destacan los enciclopedistas: Diderot, Helvetius, D’Alembert y otros. Así mismo debe señalarse, destacadamente, el predominio del Parlamento en Inglaterra, a partir de 1654, luego de ejecutar al Rey Carlos I, en 1649, debido a la revolución de 1642, encabezada por Oliverio Cromwell (1599-1658), el primer político moderno.

 

Destaca también, la Constitución propuesta en 1787, en  Estados Unidos de Norteamérica, ratificada en 1789 y en donde hay que recordar a Tomas Jefferson y James Madison.

 

Por último, y fundamental para occidente, recordemos la Revolución Francesa, 1789-1799, que se estalla por impuesto sobre el pan (ojo), y  marca el fin mundial del absolutismo con la muerte del último rey Capeto, Luis XVI.

 

Todos estos prohombres son los constructores de la modernidad: Para Francia: “igualdad; legalidad; fraternidad. Para Cromwell: democracia;  justicia (jurídica). Para Jefferson: libertad; igualdad ante el derecho. Esta modernidad es la base de cualquier sistema constitucional. Hoy, no hay alternativa, aunque la sintamos débil y gastada, esta modernidad no ha sido rebasada ni por la práctica, ni por la filosofía, es aún, lo mejor que tenemos.

 

Hay que hacer la diferencia entre Constituciones de derecho escrito (EU) y de derecho consuetudinario (Reino Unido). Las que se escriben para normar los hechos futuros (EU) y las que se conforman con la costumbre que se convierte en norma, en lo debido. “La fuerza normativa de los hechos”. Así, las Constituciones tradicionales norman la vida cotidiana de las personas y de los pueblos de la nación. Sin embargo, la Constitución Mexicana de 1917, difiere en el fondo.

 

LA DIFERENCIA MEXICANA

 

La Constitución Mexicana no sólo impone, no sólo norma, no sólo regula; adicionalmente, propone, fija metas, convoca a un mejor futuro. Es un proyecto a construir, es un conjunto de objetivos y metas a lograr; y a ello agrega más que Francia con la “fraternidad”, que en todo caso significaría solidaridad con el prójimo, con el próximo; agrega el concepto de justicia social.

 

Justicia Social es una obligación del Estado Mexicano. Una propuesta de la Revolución, hoy tan desdibujada por las reformas personalistas. Es reparto de la riqueza, es atemperar las diferencias; es Morelos y sus Sentimientos de la Nación, que hoy a muchos avergüenzan; es Ponciano Arriaga en 1957 y su procuraduría de pobres, hoy olvidada; es Emiliano Zapata con el reclamo de restitución, ejecutada a medias y con catastróficos resultados; es la razón para luchar de Francisco Villa; es razón de la rebelión de los indígenas, en la que hoy se disfraza, se ensotana, se enmascara, un socialismo arcaico, caduco…

 

La Constitución Mexicana es: antiimperialismo, no maniqueista; antifeudalismo, como reparto de la riqueza generada; nacionalismo, como la preservación y exaltación de valores y tradiciones; es, en resumen, soberanía, entendida como el ser, el poder ser integralmente y conservarse siendo, pero en armonía, en la apertura inteligente, en la globalización que enriquezca a todos.

 

Si algún valor tiene nuestra Constitución de 1917, es la autenticidad de ser, en su origen, representación auténtica de los sentimientos de la Nación, al menos los vigentes en 1917. Sus reformas, la mayoría, son sólo ambiciones personales, miopes, ególatras producto del presidencialismo mexicano; del absolutismo que ingleses y franceses terminaron en el siglo XVIII y que aún hoy, muchos se afanan en conservar; algunos mexicanos entre ellos.

 

EN SAN LUIS, TAMBIÉN HACE AIRE

 

Espero que el proyecto de nuestra Constitución de San Luis Potosí, sea eso, proyecto. Espero que tengamos el derecho, todos, en la Ley, de opinar, contribuir en asamblea abierta por el Congreso, sin límite de tiempo, cuatro horas diarias, pero los días que sean necesarios. Que vaya el potosino que quiera, que diga lo que crea que procede, sin más límite que el tiempo, ¿diez minutos?. Que exponga por escrito hasta la saciedad. No sirven los que hablan habiendo sido seleccionados y diciendo lo que el poder desea oír.

 

Espero que se elabore una memoria cierta y que el Congreso actúe en consecuencia: Con plena honradez intelectual; sólo así, únicamente así, será nuestra Constitución. No queremos que nos elaboren la Constitución de los potosinos, queremos la nuestra; pregunten y verán.

 

Congreso del Estado, Señores Diputados, los Potosinos demandamos honestidad, honestidad intelectual. Escuchen, analicen, corrijan, cambien el proyecto como en Querétaro en 1917, a favor de México, ahora en San Luis, a favor de los Potosinos. Al menos hagan su “voto particular” de inconformidad a la sumisión, igual que Ponciano Arriaga en 1857.

 

Y, por favor, creen, en las instituciones de inspección, regulación y control, la plena y expedita capacidad de exigir responsabilidad, a electos y designados, desde el Gobernador hasta el barrendero, para que ya no nos canten como las sirenas, ”nadie por encima de la Ley”, cuando ellos están excluidos de la posibilidad de que se les demande su responsabilidad…  Ellos, hoy, son gente sin ley… Eso, es impunidad… Dijeron que no la habría para nadie… Luego, actúen…

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