Los hechos de estos días

Pues muchas cosas se están sucediendo, mis contemporáneos y yo ya no lo veremos del todo, pero grandes cambios se han comenzado en todos órdenes y niveles.

La hegemonía de los EEUU ya no es algo que se vislumbra, simplemente está sucediendo; la importancia de Europa está tomando su nivel regional y, el gigante que surge, China, avanza inexorablemente con un tema muy claro: “no importa de qué color sea el gato, lo importante es que cace ratones”, ya nadie lo para.

Rusia tendrá que pensar mucho cuando resolverá integrarse plena y formalmente a Europa, que ella no es China, ni se entenderían. Las naciones emergentes de Asia, están en Asia y ese es y será su destino; como lo es el nuestro, para bien o para mal, el decadente norte que continuará siendo dominante aún por décadas hasta que comprenda que sin nosotros y el Canadá, ya no podrá seguir, ahora eso es a la inversa, Brasil, Chile, Argentina y algún otro, serán contrapeso, pero aliados con capacidad de negociación, lo que ahora no tienen.

África, África está muy dispersa, su horizonte es muy lejano, si es que lo tiene, pues su disgregación la mantiene internamente distraída y, sin ser yo racista, su color aún la relega, y eso, aún sin considerar lo extendido del Islam con su futuro extremista o intolerante, que todavía está por definirse…

Regresando a América, aquí algo se está haciendo, en grande, y bien, según yo. El Presidente de la República Oriental del Uruguay, ha decidido y ganado en su democracia, desmitificar la posición irracional y extremista, de mística imperial y autoritaria, si no son lo mismo, respecto a intentar controlar a la sociedad con prohibiciones insostenibles cuando la clandestinidad colecta más ingresos de los que puede enfrenarle el Estado; cuál Estado, les diré, casi el que quieran.

Por nuestra parte, en México, se están realizando grandes cambios, como, posiblemente, no los ha habido así desde la llamada Revolución Mexicana, dispersa y confusa.

Estos ajustes mayores han alterado fuertemente a los que la ambición, la ideología o la dádiva, hay de los tres y combinados, los coloca en la izquierda dispuesta a todo, todo lo que a su alcance pueda ejercerse con tal de llegar a sus fines; como ayer, casi al terminar la noche, se amenazó claramente, desde la tribuna de la Cámara de Senadores (Alejandro Encinas Rodríguez y otros),  de revuelta popular o levantamiento social, si los cambios continúan el camino por el que, para bien o para mal, los llevan las mayorías legales, no sé si legítimas, pero creo que sí.

Pareciera que los pájaros quieren tirarles a las escopetas; parece también que estamos en las guerras intestinas que se sostuvieron desde 1821 hasta la pérdida de la mitad del territorio y la Invasión Francesa, que más respondía a razones hegemónicas internacionales que a “querer ayudar,  ordenando a México”. Liberales y Conservadores, las fuerzas del devenir constante, en una gran insuficiencia de conciencia ciudadana, de que el ciudadano se sienta eso, ciudadano mandante.

Dentro de este camino, mucho hemos criticado al Presidente de la República, nos parece suave, condescendiente más allá de lo racional, y cuando parecen suavizarse, los maestros, ya se esta levantando a los grupos sociales populares, más dispersos y con mayor dificultad para negociar y controlar.

Pero parecería que es plan con maña, pagar el costo y precio político necesario, para que salgan todas las “grandes reformas” y, una vez que estas sean reformas y la Constitución se ajuste sus nuevas vestiduras, ciertamente con mayor escote y más corta falda, podremos encontrarnos con otro carácter presidencial. Con las reformas logradas, habrá que madurarlas, encausarlas, consolidarlas, pero ya no hay que negociar con los demás de manera imprescindible, los cambios de fondo ya estarán hechos, los avances, algunos, durarán hasta lustros otros son de mediano plazo…

Cambios les esperan a nuestros sucesores y, nosotros ya los veremos del todo. Espero que nuestros hijos y nietos, que yo los deseo libres,  sepan y puedan enfrentarlos y sortearlos, acordes a lo que su muy particular visión les dicte, en los órdenes ético y moral, que ello rija sus vidas.

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