De los años de libertad e independencia de las personas

Pues la seguridad y libertad que algunos conocimos, donde la privacidad de muchas cosas era real, bastante más real y tangible que ahora, vemos hoy, con desconcierto, una serie de contradicciones que amenazan por dejar a la futura vida de nuestros descendientes, con mucho, mucho menos espacio para la individualidad y la seguridad y la privacidad, de las que en nuestra generación tuvimos.

 

Ahora el dinero es controlado por los bancos y por el fisco; ya no tenemos libertad ni de ingresar ni de gastar sin que seamos cuestionados por mal llamados, funcionarios bancarios, eso sí, de “baja ralea”, quienes autorizan o niegan el que puedas disponer, eufemísticamente, de el “sudor de tu frente”; tienes que avisar que vas a viajar, a dónde, cuánto piensas gastar y, hasta, que piensas visitar, dónde te vas a hospedar…

 

A eso es a lo que se les ocurre llamar seguridad… cuidar celosamente de “tu” dinero; negándote o autorizando que lo gastes, inviertas o transfieras; así es como también se les ocurre denominar a que, en cumplimiento de órdenes, un grupo de sufridos soldados, al mando, cuando mucho, de un subteniente, te detenga, te cuestione, te revise hasta los calzones o bragas, pantaletas si más te gusta, y que te cuestionen porqué llevas tanta ropa, si dijiste que viajabas por cuatro días…

 

Si le mandas dinero a algún hijo, hermano, antecesor, pues estás en alto riesgo de que sea juzgado como ingreso gravable del segundo, y que a ti, te cuestionen por el origen de los recursos, acercándote a la posibilidad de ser considerado sospechoso por “lavado de dinero” y, seguramente, serás instalado en una lista de focos amarillos que bastante lindan con el rosa…

 

Estás plenamente enterado, casi totalmente de manera directa, pero todos tus movimientos, paso a paso, están detectados y registrados, por tu teléfono, tu tableta, tu computadora, al navegar… “alguien te está viendo…” ¿vigilando…?  ¿Somos más o menos libres…?

 

Por otra parte, vives en directo, a todo color, con repetición instantánea y comentarios amplios de los ideólogos de los emisores, la vida y la muerte, el asalto y la violación, el abuso que deriva de la permisividad de la llamada izquierda que tolera todo, porque dice, no es represora y, junto a ello, la agresiva posición de apoyo a la indisciplina, la sedición, el incumplimiento de los compromisos contraídos.

 

Hay que pensar como Mireles para decir que lo que acordó, no se cumplió. Consecuencia, no está obligado; entonces, levantó a un grupo armado, y amenazó con tomar el puerto Lázaro Cárdenas, para allegarse de recursos, sabe  muy bien como lo hacían los templarios y, luego de ello, tomar Morelia…

 

Yo he visto poco espacio entre la acción del Gobierno Federal, no se diga del estatal, y de que los grupos perversos declaren el Estado Libre y Soberano de Michoacán… generando una corriente separatista que ya desearían los Catalanes y los Vascos.

 

¿Le suena extremo…? a mí no, por eso se lo comento; yo sí lo vi cerca… guerra civil, quizá aislada, quizá en focos específicos… pero guerra civil, revolución, repúblicas dedicadas al narcotráfico, la extorción, la violación de todos los derechos, excepto el de hacer, que ellos ejercitan…

 

En la Ilustración, alguien llamó a eso el “estado de naturaleza” Dijo: “… es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra; una guerra tal que es la de todos contra todos…” (Thomas Hobbes 1588 04 05 – 1688 12 04)

 

Sin sostener todo lo que Hobbes expuso, vale pensar en la permisividad de la izquierda Mexicana que gobierna dejando hacer, y sin aplicar la ley y los instrumentos correctivos existentes; ellos llaman “no represión”, ¿Y los anarkas y sus desmanes?, destrucción que el gobierno restituye o repara de nuestras contribuciones y, uno, solo uno en tribunales… ¿Detenerlos al inicio es represión…?

 

Y no puede dejarse de mencionar a la CENTE y sus héroes populares; criminales, extorsionadores, golpeadores, secuestradores, chantajistas, y más; solapados por autoridades que son peor que pusilánimes, cobardes, apocados, irresponsables, socialmente irresponsables, e incapaces de hacer cumplir la Ley, pero… “al diablo con las instituciones…”

 

Pero como un lector me dijo, “ya párele, o no lo van a leer… si de por sí…”

 

Pero… ¿cómo llegamos aquí…?

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