Amistad…

Hace días alguien que por aquí con nosotros interactúa, mencionó, escribió, conceptualmente Hablando, -que éramos amigos porque “Facebook” tiene como finalidad reunir a los amigos, y que, quien te da acceso a su muro, te autoriza a ello porque te considera su amigo- esto, me regresó a episodios pasados donde la traición, el abuso a la confianza o la expectativa incumplida, me hicieron  pensar sobre este concepto, tan fácil, inapropiadamente, ligeramente utilizado.

 

Según el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, DRAE, debemos entender por: “amigo, ga. (Del lat. amīcus).1. adj. Que tiene amistad. U. t. c. s. U. como tratamiento afectuoso, aunque no haya verdadera amistad. 2. adj. amistoso (ǁ perteneciente a la amistad).”; y por  amistad: “amistad.(Del *amicĭtas, -ātis, por amicitĭa, amistad).1. f. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.”

 

Esta segunda definición se acerca más a mi concepto de amistad, pero debo mencionar que el significado hace discrepar el criterio interrelacionado entre “amigo” y “amistad”, ya que el primero, amigo, se usa “aunque no haya verdadera amistad” y, el segundo, amistad, reclama afecto personal, puro y desinteresado”. Lo que determina una inconsistencia, una falta de concordancia, entre la amistad, y la generación de amigos, sin amistad… Entre el adjetivo y el sustantivo

 

De mi parte integro otros dos conceptos, para mí, fundamentales en las relaciones más o menos continuadas entre seres humanos: La simpatía, según la DRAE:“simpatía.(Del lat. simpathĭa, y este del gr. συμπάθεια, comunidad de sentimientos).1. f. Inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua.” Y el otro, la empatía “empatía. 1. f. Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.”, definición que el Diccionario de Uso del Español de María Moliner, que es un tanto más coloquial: “empatía f.  Psi. Capacidad de una persona de participar afectivamente en la realidad de otra.”

 

Siendo así, no solo es el trato continuado, con respeto y cierto grado de complicidad y tolerancia, hay también, debe haber también, en la amistad, una identificación de realidades entre los sujetos, lo que lleva al poder aprehender, recíprocamente sus sentimientos, emociones, valores, juicios y más, sin que ello haga perder o confundir, las personalidades de los seres independientes.

 

Con ello, según yo, amistad es la capacidad y disposición desinteresada de solidarizarse con alguien, de participar en sus sabores y sinsabores, de sacrificar pues, parte de uno para fortificar la debilidad o carencia, temporal o permanente del otro.

 

Por eso hay la conseja popular que reza que los amigos se conocen en los momentos de dificultad…en los errores… en las tragedias… en las desgracias…Y, para que haya amistad, ello debe ser de ida y vuelta, sin requisitos, sin condiciones (recíproco, llano).

 

Quizá Jorge Daniel me entienda ahora, entre personas que se conocen y tratan, no necesariamente se ha despertado la empatía, indispensable para lograr, sin solicitarlo, la entrega de parte de uno, con la automática entrega de parte del otro; la disposición a sacrificar, sufrir por y junto con el otro. Sin engaño, sin fingimiento, si recoveco… Para ello se necesita trato, identidades, diferencias conscientes que pueden ser aceptadas, comprendidas y, si es posible, subsanadas…

 

Ese grado de relación es lo que yo entiendo por amistad… Lo demás, es una relación amable, quizá coincidente, con algo o mucho de simpatía y reconocimiento, a ciertas calidades y cualidades…

 

¿Tengo amigos, tiene usted amigos, tenemos amigos… en realidad, somos amigos…?

 

Sabe, mi verdad, yo no tengo mi respuesta, ésta… la da el tiempo… la circunstancia…

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