Mi casa…

 

La case en que yo vivía no era una maravilla,

los abuelos destruyeron los salones y alacenas,

se rompieron los tibores y cayeron arbotantes,

la despensas se quemaron, los estanques, los rompieron…

 

Quisieron remodelar el quinto patio, donde viven los lejanos,

parientes de todos lados y unos que llegaron antes,

vivían peor que puercos, ni los alimentaban…

les reclamaban limpieza pero nadie que educara,

mucho menos que formara…

 

Así, ya casi sin techos y con pisos roturados,

los vecinos nos miraban y mucho se entrometían

esperando algún momento para robar lo que había,

se llevaron muchas cosas, combustibles, minerales…

 

Nuestros padres se entendieron y luego reconstruyeron,

no lograron lo que había, algo nuevo se asomaba…

algo malo sucedía, vicios viejos persistían

engaños y malas mañas por todos lados fluían…

 

Los de allá del quinto patio seguía sufriendo de frío,

muriendo de inanición y con poca educación…

y para aumentar el daño, uno de apellido vasco

los animó, como biblia, y nacieron muchos, muchos…

 

Luego vino la bonanza y la fiesta fue muy buena…

pero que llega la noche y el sol siguiente salía,

había que pagar la fiesta, de los quince de Espergencia…

los que van entunicados y los perversos del norte,

nos cobraron toda vianda y toda nota tocada…

 

De cuando en cuando se oía “A que le tiras cuando sueñas mexicano…”

muy fuertes fueron los fríos, muy escasa la comida…

la educación muy maltrecha la formación ¿quién sabría…?

Así corrieron los años, siempre con la misma piedra… todo el mundo se caía…

 

“Por ahí” se abrieron puertas a nuevos que ayudarían…

nos nacieron guerrilleros y pulularon mesías,

la familia se rompió, pero en la casa quedó,

y, en lugar de negociar se pusieron a pelear.

 

Corruptos eran desde antes, pero bien que lo escondían…

llegaron, se despacharon, como el que los precedía,

no floreció el cielo azul ni los rallos de esperanza…

y a los del “inti” robado, les fascina el lodazal…

 

Nos piden que proveamos todo lo que ellos demandan…

nos exigen que finjamos que sí somos puritanos…

dejándonos entre muertos, corruptos y corruptores y,

para llenar la cuenta, degollados, desmembrados, y más desaparecidos…

 

La humedad corroe los muros, las termitas la madera…

cayéndose están los techos y los pisos de agujeros

el agua no corre bien y la luz nos falla mucho…

los de allá del quinto patio, de nuevo están muy inquietos…

 

En lugar de comprendernos y sentarnos para hablar,

nos aventamos las puertas, arrancamos los lambrines,

rompemos todos los focos y quebramos los cristales…

la casa… desaparece… se derrumba, cae encima…

 

La casa en que yo vivía no era una maravilla,

pero calentaba un poco y del son nos protegía…

hoy, ya cerca de dejarla, la veo muy derruida…

qué será de nuestros nietos sin casa en que yo vivía…

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