Todo indica que ha terminada la etapa inicial del asunto que tan soberbiamente y, consecuentemente, con tanta falla, protagoniza Carmen Aristegui Flores.
Desde el tiempo en que Carmen y Javier Solórzano se reunían en la biblioteca del COLMEX para leer muchísimos periódicos diarios y hacer la selección de lo que habrían de emplear en sus transmisiones de noticias; desde entonces, días de escases y restricciones, Carmen mostraba su gran ingenio, resolución y solidez, una personalidad digna de grandes metas.
Los tiempos pasaban y Carmen continuaba en su lento pero sólido ascenso; recuerdo que me cautivó cuando, habiendo cometido una falla, poco después la corrigió, reconociendo su error, en el mismo programa y a los oídos de la audiencia que la habían escuchado equivocarse; eso sí es, era, ética periodística.
Peleo con el nefasto de Ferrizs, casi casi al aíre, y tuvo una época que desgraciadamente no la llevó a reforzar su rectitud y entereza; más o menos por aquel entonces, inició o comenzó a mostrar, un proceso de radicalización, lo que como a cualquier periodista, teniendo todo su derecho, comienza a ser calificado y clasificado por la audiencia.
Muchos le han de ver en el recuerdo sentada aún con Javier en el jardín de Coyoacán, haciendo promoción a la izquierda radical, estruendosa y negativa del señor que le gusta enviar “al diablo con las instituciones”. Por entonces aún había cierta contradicción en sus posturas, creo que dubitaba sobre su orientación y camino, tanto personal como profesional.
Probablemente lo aprendió de la escuela de Ferriz y comenzó a jugar fuerte con el chantaje y la presión que una audiencia, medio ciega o cegada por su personalidad, la aseguraba rating con que presionar a radiodifusores y patrocinadores.Fue cambiando de micrófonos, pero nunca concluyeron sus relaciones “obrero-patronales” con acuerdos amistosos y despedidas cordiales; siempre fueron tensiones, amenazas y, finalmente, rupturas y distanciamientos definitivos. Crecientemente comenzó a desconocer la autoridad, ella sentía estar por “arriba” de la empresa misma; su rating se lo permitía o, al menos, eso creía.
Ya de regreso a MVS, luego de diferencias, como siempre, por ella provocadas, la empresa cometió el error de dirección de ceder a la presión de la audiencia y de algunos de los amigos de ella.
Caro le resulto a MVS, ahora el reto fue más virulento y más severo por lo mucho que se han desarrollado, afortunadamente, las redes sociales. Ella ha logrado mantener con harto amarillismo y severos y sistemáticos ataques, débilmente fundados y algunos plenamente infundados, a todo lo que signifique orden, gobierno, institución. Se convirtió, prácticamente, en una anarquista de gran activismo en la radio.
Parece que su soberbia es tal, que todo debía rendirse a sus pies; pero ahora eso ya no sucedió; todo indica que inicia su declive; tendrá que radicalizarse más y. sucesivamente, verá como se diluyen su ahora gran audiencia y respaldos.
A su favor, por ahora, cuenta con un parte de la sociedad, más politizada, más participante y, parte de ella, con sed de venganza por afrentas y privaciones que solo oyeron u oyen, que no fueron en su tiempo y cuya búsqueda no tiene planes ni programa ni líderes auténticos, por ello, la siguen ciegamente…
Se perdió en sí misma, una gran promesa…