¿Estaremos ya en el parteaguas…?

Mientras la mayoría de los ciudadanos se dedican a sus actividades cotidianas, las de la ambición, del progreso, del mantener el puesto, la de asegurar el escaso alimento, de vigilar quien se descuida y robar, de hacer siempre lo que les gusta, mientras tanto, una pequeñísima minoría con algunos simpatizantes en las también pequeñas y autollamadas “élites intelectuales” se dedican a destruir la posibilidad de que los primeros sostengan su empeño.

Hemos asistido en estos últimos años a una conducción que parece que nadie logra entender o descifrar: aciertos en corregir el rumbo, logros de conjuntar voluntades para lograr acuerdos, obras de infraestructura de magnitudes considerables y, sumándolas, casi, inéditas; en tanto, la corrupción real, o imputada por los medios, abonan a luir las instituciones, a debilitar el mal llamado tejido social.

Los medios gozan viviendo unos tiedmpos de intensa “politicofagia”, actitudes enfermizas y orientaciones perversas, con propósito sensacionalista, y su guerra natural de ser los primeros o los más escandalosos, destacados dicen ellos, en la emisión de la noticia negativa.

A más de ello, los actores políticos se destrozan como siempre o, como nunca, inventándose o destapándose crímenes de la más diversa calaña en la ceguera de yo solo yo siempre yo, producto de la ambición desmedida, del menosprecio del semejante, de la extorción y del crimen.

En este triste escenario, que siempre ha existido, pero que ahora se manifiesta incrementado, desbordado, se asoman hechos, decisiones, que parecen presagiar tiempos más perturbadores.

La inexplicable permisividad con que se ha tratado a múltiples facciones para que hagan lo que mejor les plazca, en flagrante, violación de las leyes y en claro demérito de los derechos de la mayoría, que en número los supera de ocho a dos respecto a los ciudadanos y en menos de uno a diez con respecto a la población. (Apreciaciones mías).

También esto es cierto: los ciudadanos, en buen número, permanecen abúlicos indiferentes, tolerantes, sin imaginar lo que se les puede venir encima.

En este marco retorcido, manchado en sangre que se beben los medios, que rebosa de corrupción y de abuso del derecho de los individuos y de los grupos, se tomó una decisión que rompe el orden legal a nivel de violar la Constitución.

¿Hasta dónde están dispuestos a ceder para contener lo que no se contiene, o decidirse a aplicar la fuerza del Estado en beneficio de las muy grandes mayorías?

Ya lo decía en otro de mis comentarios, si los detienen se refugiarán en la guerrilla con sede en la sierra, si no lo hacen, se establecerá la guerrilla urbana, mucho más difícil de administrar, casi imposible de extirpar en el mediano plazo… ¿acaso ya está sucediendo?

Esto está por resolverse a partir del ocho de junio y no más allá del quince, de otra forma, nos encontraremos en “estado de naturaleza…”

 

 

 

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