NEO-NAVISMO O LA DISPUTA POR LA HERENCIA 2

APUNTES PARA UN ENSAYO

(Segunda parte)

 

Fortuna nuestra constatar que las señales ominosas continúan debilitándose. Anhelamos el fortalecimiento de la tolerancia…, el incremento de la cordialidad en las relaciones entre personas, entre éstas y las instituciones…, que autoridades y jerarquías de toda índole construyan para el bienestar, sólo para el bienestar de las mayorías…

 

“Candidato ciudadano”, es, en síntesis, un concepto moral, un valor reconocido por la ”moral social”; una figura idealizada que políticamente surge, como bandera de defensa del virtuoso o arma para el descrédito del contrario.

 

La calidad moral es un concepto absoluto: Se tiene o no se tiene. Se cultiva con el cuidado de la conducta de toda una vida… se pierde con un sólo acto que, en su momento, puede parecer cotidiano. El juez, la sociedad, es implacable (¿fundamentalismo occidental latino?).

 

El uso de este “emblema” o “ariete” puede ser más o menos efectivo, dependiendo del carisma y liderazgo de quien lo utiliza, y de la calificación que a su moral le da el conglomerado social. Es por ello que algunos, lo usaron abiertamente, a la luz pública, y otros… Su uso es delicado y puede hacer tanto daño como la “Santa Inquisición”.

LOS ANTECEDENTES GENERALES

 

Un grupo político, de filiación “conservador”,  resolvió un día buscar el acceso al poder por la vía tradicional. Dentro del PRI, y debidamente apadrinados, buscaron escalar hasta la gubernatura del Estado. El plan era conocido sólo por los “iniciados” y se desarrollaba con sigilo y cierta astucia. Pero, los antiguos militantes del PRI se percataron de la intromisión de extraños a las filas revolucionarias, a la “familia”, apoyados por “influyentes” ajenos a los intereses del Estado. Presentido el movimiento, fueron  excluidos de la posibilidad de ascenso desde adentro.

 

El plan no era descabellado: Una agrupación profesional constituida de acuerdo a derecho, se afiliaba al PRI vía el sector popular, la CNOP, y desde ahí realizaba las tareas. Se estaba en el PRI, pero la afiliación según conviniera no era necesariamente directa, podía calificarse de afiliación corporativista. El apoyo y principios compartidos del Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, en lo que pareció ser un movimiento nacional reivindicatorio, apoyaba decididamente al grupo de profesionales en la búsqueda por rescatar el acceso al poder, y al poder mismo, de las garras de la simulación, el engaño, la corrupción; en síntesis, de la inmoralidad, y para algunos, no todos, acercar los criterios de gobierno a los de la religión.

 

Su meta ideal era el “adecentar” el quehacer público. Revestir a la actividad política de toda la honorabilidad y decencia de la que sólo podría hacer gala un legítimo “caballero”, un auténtico “ciudadano”. La influencia religiosa y la tolerancia que le dispensaba el santismo, contribuían a la vigencia de parámetros que permitían puntos de vista hoy románticos (¿romanticismo prusiano?).

 

Corría el primer tercio de los años cincuenta.

El DESEO DE SER CULTOS, EL ERROR DE CREERLO Y EL GRAN TECNOLÓGICO

Ya desde fines de los años cuarenta se realizaban en San Luis los denominados “Cursos de Invierno”. Entre sus promotores y organizadores destacaba Jesús Silva Herzog, de quien luego haremos nueva mención. Estos “Cursos de Invierno”, se realizaban por enero y febrero de cada año,  traían a San Luis a destacados hombres de ciencia y de letras.  Destacados Potosinos apoyaban su realización en el seno de la Universidad Autónoma Potosina (así se denominaba entonces).

 

El “Paraninfo Universitario” era el escenario (auditorium universitario) de los “Cursos de Invierno”, donde posiblemente se fraguó o al menos se consolidó la idea de crear la Facultad de Humanidades, de la que hoy, casi ni el recuerdo queda. Aún es tabú hablar de humanidades, artes y semiciencias generadoras de engendros que piensan y se atreven… a hablar… a actuar… Y, ¿tenemos universidad…?

 

Pues resultó que aquellos inquietos aprendices de políticos, a quienes nos referimos al principio,  fueron los mismos que crearon la Facultad de Humanidades en la Universidad Autónoma Potosina, siendo rector el Potosino de ilustre memoria y reconocimiento postergado, Dr. Manuel Nava Martínez, y su primer director, el Geógrafo Ramón Alcorta, distinguido humanista, líder intelectual, en la Facultad, y en la “cruzada” política por la búsqueda del poder… hasta llegar a la gubernatura…

 

Escasos años después, la Universidad, realmente San Luis Potosí, iniciaría una lucha severa, entre conservadores y liberales, que salvo por cortos períodos de paz  constructiva, parece que aún no ha concluido. Una lucha que se libra en los más diversos terrenos y cuyos motivos e intereses aún conservan quines heredaron bienes, ambiciones, fortunas, principios, ideas, integridad.

 

A ello se han agregado nuevos interesados, entonces marginales o ausentes. Unos con franqueza, otros con desinterés, quines más con la misma ambición,  la misma filosofía, y otros con la herencia pero poco practicada; y hay quienes la quisiera toda, toda la herencia, aún cuando no cuentan con derechos sucesorios. Entonces, arrebatan, ¿cómo los de Jalisco? o, ¿los de Chile?

ALGUNOS ANTECEDENTES SUBCONCIENTES

Todos cuantos conocieron a Manuel Nava Martínez, pueden diferir en mucho con respecto a él, pero todos concuerdan en su capacidad de servicio y bondad (caridad diría un cristiano), mostrada hacia sus semejantes. Hay quines dicen que era “refractario a la política”, mientras que otros aseguran que siempre hizo política en su ámbito, la Universidad.

 

Pero Manuel Nava como los hermanos, tenían su carga de historia. Ya José Guadalupe Nava, político activo de las tierras de Santa María del Río, siendo presidente municipal o jefe político, realizaba acciones de desarrollo con la construcción del camino de Santa María a la hacienda de Villela. Su hijo, Fortunato, abogado y señalan, político ilustre y honesto (probo), fue orador en la inauguración del tranvía de mulas de San Luis a Nuestra Señora de la Soledad de los Ranchos (por aquel entonces).

 

Su nieto, medico, Manuel Nava Díaz de León, de reconocida generosidad, dirigía el hospital civil, cuando el General Gabriel Gavira llegó, al triunfo de Obregón sobre Villa (Celaya), a gobernar San Luis (14 de junio a 30 de septiembre de 1915). Entre sus actos de gobernante,  “Visité los hospitales, encontrando el militar en buenas condiciones y el civil en las más deplorables. Destituí al Administrador”.

Este famosamente bárbaro General Gavira, por excesos en un discurso a cerca de y en presencia de Álvaro Obregón, puso en prisión, y hay quines dicen había condenado a muerte, a Jesús Silva Herzog.

Los actos de “la familia revolucionaria”, sentidos prepotentes e impunes, en algo conformaron la visión de los niños que “sin haberlos vivido”, los sufrieron en una sociedad cerrada, casi aislada por la naturaleza y donde cualesquiera suceso señalaba a los afectados. Entonces vivían frente a la conocida Plaza de Fundadores, que era de la mitad de su tamaño actual.

 

Por los caminos del Señor habremos de continuar estos apuntes. Ahí nos habremos de encontrar, quines los concurrimos, para poner, proponer y contraproponer, quizá así y sin prepotencias o potencias ajenas a los mortales, podamos entendernos mejor.

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