Cosas de otros días

¿Qué es un Santo? ¿Cuál es el prototipo, escantillón, cartabón, para medirlo, valorarlo y, consecuentemente, proponerlo como modelo, ejemplo o guía, para los hombres que no hemos sabido vivir en la “Ley del Señor”?

 

¿Cuál es el verdadero significado de que la Iglesia en “una, santa, católica, apostólica y romana”?

 

Cómo debe entenderse que, en veces, los “fieles” promuevan a un humano, que consideran ejemplar, único, irrepetible, para que sea reconocido como Santo; un “Santo súbito”. Un santo que se impone por la presión popular, que no por las reglas institucionales claramente fijadas…Qué tan clara, legítima e integral es la conciencia del pueblo que envuelto en la emoción de la coyuntura, propone y fuerza a que sea…Ahí está Malverdde… Bastante gente lo cree…

 

Cuánto debe ser la responsabilidad, personalidad y formación de los involucrados en las tomas de decisiones, que llevan a decir y promover que fulano de tal es imitable, ejemplo, intercesor y más; hasta dónde estas personas son de personalidad predominantemente política religiosa o institucional…

 

Evidentemente, la Iglesia es así, así se rige, y a los que no les gusta, pues con su pan se la coman; pero de ahí, a que impunemente encamine, embabuque y lance a la irracionalidad, a buena parte del género humano, hay una gran distancia y, como es un tanto subjetiva, pues que cada quien lo juzgue y resuelva en consecuencia.

 

Y todo ello para desmenuzar lo que pasa con el asunto de la santidad evidente, o solapadamente evidente, para otros, cuando a Juan Pablo II, más tiempo conocido como Karol Wojtyla, el que vino de oriente, proceden a hacerlo o declararlo “Santo”.

 

En México no nos hace falta que nos muestren quien fue el protervo de Marcial Maciel Degollado, ejemplar cínico, hipócrita, pederasta, falso, y mucho más que le podemos adjudicar, simplemente, derivado de su probado comportamiento.

 

La llamada Santa Sede, lo sabía, lo tenía registrado y probado, Joseph Aloisius Ratzinger, a la sazón Cardenal y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, conocía los detalles, al igual que el comportamiento de Lawrence Murphy, abusador solapado de unos 200 niños sordos; ambos los conocía Juan Pablo II…

 

Político, mediático, de un carisma impresionante, capaz de arrastrar a las masas y conducirlas por esa clase de hipnosis, de mesmerismo, hacia fines no previamente definidos o racionalmente planteados: capaz de ayudar significativamente a desenraizar el comunismo estalinista; político que solapa, para evitar el deterioro de la credibilidad o de la fortaleza institucional, prefiriendo el menor daño posible, aun pagando el precio de la verdad o de la mentira y el ocultamiento, según se vea.

 

Hace milagros, es Santo, llevó una vida ejemplar, hasta donde sabemos; ocupó el Papado; revivió la fe de jóvenes y viejos; alejo a los divorciados; a los de difieren entre configuración física y dotación hormonal; a las violadas que deben cargar, de por vida, el precio de la ofensa, por mucho que llegue a ser querido; esto y, más..

 

Tan simple análisis, a mí me deja más que duda, si lo pudiésemos profundizar, quizá nos llevaría al pleno desencanto. Santo, ejemplo, modelo, muestra, entre la total incongruencia, no, yo no lo puedo entender así; me niego, lo rechazo de plano…

 

Ahora, esta ambivalencia está mostrando el verdadero carácter de Jorge Mario Bergoglio Sívori, mejor conocido como Francisco I.

Al fin, todos humanos, todos a imagen y semejanza…

 

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