El más destacado antropólogo social de Latinoamérica, ha iniciado su regreso al origen…
Fue un héroe de la antropología social, del relato del hoy a partir del pasado, ahí donde las tradiciones, los hechos reales, los hechos supuestos, los prejuicios, los dogmas, la libertad, el desapego, hasta la verdad, y más, conforman el porqué del presente, e intentan, imperativamente, modelar el futuro.
Solo los muy grandes pueden modificar ese pesado legado, para constituir uno nuevo que se comportará, para desgracia del hombre, tan imperativamente como lo hizo su antecesor. García Márquez se encuentra entre estos destacaos capaces de normar el futuro.
Le llaman “Realismo Mágico Latinoamericano”, pero ese género literario, en García Márquez, se llama creación y dejar un testigo que, dicen los que saben, perdurará como los grandes de la literatura española, de la literatura latinoamericana, de la literatura universal…que es un clásico… que su huella dirá cómo…
También supo ser mexicano, mexicano en el hablar, en el comer, en el hacer cotidiano…
Yo solo lo saludé, los que fueron sus amigos, antes y ahora, dicen que era humano, accesible, que sabía ser amigo; con relativa frecuencia lo veía bajo de ese arco, que puente parecía, de su casa del Pedregal, dando la espalda a un gran portón de madera y siempre con la sonrisa en la boca. Cierto, era simple coincidencia de horarios.
Para mi trastorno, el puente del arroyo que me ubica en la vida, como a más de uno consta, es cruzado por la certidumbre cierta, de que alguien, que trastornará o dejara un vacío social, pronto iniciará su camino al origen.
Eso sucedió de nuevo cuando comenté que quien hoy me ocupa, había ingresado al hospital hace unos no más de quince días. Creo que nunca veré que cruza el puente cuando a mí me corresponda… y lo lamentaré… hasta antes de que la perene inconciencia se apodere de mí, como ya lo hizo de Gabriel…