El equilibrio correspondiente de las cosas

Dicen los que saben, y lo aseguran, que nada hay estable en el universo conocido; lo único permanente, dicen, es el cambio, cambio que se produce en el más horrendo y organizado caos que pueda ser imaginado. Esto, sin agregar el asunto de los “fractales” que pocos entendemos por ahora; formas, proporciones y variaciones en donde el todo es igual o semejante a cada una de sus partes.

 

Dentro del caos, sello y firma del infinito cambiante, la inmutabilidad no existe, sin embargo, hay cierta armonía y variaciones compensadas, algo así como la ley de la física Newtoniana, que nos comienzan a desmantelar: “a cada acción corresponde una reacción de la misma magnitud pero en contraria dirección.

 

Así como dicen que cayó la manzana, todo es caos, cambio, equilibrio compensado o compensatorio; “y las aguas tomaron sus niveles”, “en política, en el ejercicio de poder, no hay vacíos, tanto tarda en hacerse un hueco, como el mismo en llenarse”

 

Hace días, creo que el 12 de éste, escuche al Dr Luis Carlos Ugalde Ramírez comentar en el noticiario de José Cárdenas, ya cayendo la noche, que había gran similitud entre el levantamiento de diciembre de indígenas Chiapanecos en el 1994 y la matanza de los educandos de Ayotzinapa.

 

Él decía que ambos fueron avisos de que México no está listo para ser país desarrollado o moderno; el primero se produjo por el gran desequilibrio social, la ancestral miseria del sureste mexicano; el segundo, por efecto del gran desequilibrio que existe en el ejercicio real del poder en México y la continuidad de la miseria misma.

 

Los dos nos dicen que los grandes cambios, el Tratado de Libre Comercio y las transformadoras Reformas estructurales ya habidas en derecho, no encuentran las condiciones para que sean eficaces y redituables para todos, ni para que el pueblo se involucre de lleno en ello.

 

Nos falta equilibrio en nuestro arreglo social, el sistema está altamente presionado de tiempo atrás y cualquier orificio provoca fuga cuantiosa y de gran escándalo y trascendencia; al tratar de mantener un estatus, el caos se revela contra lo estable y lo hace reventar ruidosamente.

 

Ya algo de esto platicaba yo cuando escribía semanalmente en Pulso de San Luis.

 

Comentaba que el levantamiento de Chiapas era una fractura estructural provocada por la gran diferencia entre los “modus vivendi” de unos y otros, mientras fabricamos a los ricos más grandes del mundo, mantenemos la miseria de una mayoría creciente, entre las más extremas del mundo.

 

Abonaba el comentario con el recuerdo de un pasaje de las memorias de Valéry Giscard d’Estaing quien recordaba que, comentando con Mohammad Reza Pahlaví, del destino de los muy prometedores ingresos petroleros que recibiría Irán en el futuro, éste le comentaba que los dedicaría a construir un Irán moderno, a lo que Giscard le observaba el nivel educacional y cultural del pueblo y los requerimientos de preparación de un estado moderno; Reza Pahlavi, insistió en que pronto se adaptarían al crecimiento de sus ingresos y del país.

 

Giscard cambió de tema, se percató de que al no tomar en cuenta la inelasticidad de las estructuras sociales, sin olvidarse la religión, un pueblo de pastores no podía ser convertido en país moderno en una generación, tal y como lo pretendió Reza Pahlavi… decía aquel, “supe entonces que caería del poder…”

 

Algo similar nos está sucediendo a nosotros, los esfuerzos de estructuras en conflicto, revientan, se fracturan, se rompen por el lado inesperado; así en el tremendo caos, por la parte débil explotó la presión que liberó Ayotzinapa; Todo se ha volcado, todo se está volcando, los huecos se llenan de inmediato, los abusivos abusan, los anarquistas destruyen… la estabilidad social, está en riesgo…

 

Nos urge un gobierno que actúe, no que predique… El Estado está entrando en riesgo…

 

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