Entre dichos y hechos

Recuerdo vívidamente mis grandes fracasos de constructor infantil… allá metido en una acequia o canal de riego, donde escapaba a los ojos ajenos, todos aquellos ojos que no fueran los míos; ahí entre varitas finas, hojas secas, lodo de diferentes consistencias y algunas piedras, que más que piedras eran gravilla, construía presas que atentaban contra la física.

Detener el agua corriente, aunque fuese hilillo, era difícil, pero represarla, y mantenerla así, lo era aún más; carecía de las más mínimas nociones y aptitudes para la tarea… otros lo hacían naturalmente, y les funcionaba y, tampoco sabían de velocidad del agua, de su peso específico, inercia, golpes de ariete, resistencia de materiales, cimentación y cosas más que usan o aplican los constructores.

Distintas serían mis aptitudes y no esas de constructor. Se me daba mejor realizar tareas mal vistas, como contemplar las nubes y sus formas, las estrellas por la noche, las coloridas flores, dalias, magnolias, claveles, azucenas; oler jazmines y rosas, aquellas que antes tenían olor y, en ocasiones, observar y catalogar el comportamiento de las gentes, retener en mi memoria miles de detalles de conversaciones ajenas, integrar hechos dispersos y deducir lo que sucedería.

Ahora que ya los árboles se visten de rojo y algunos se desnudan para dejar pasar el viento frío, que terminará por helarnos para siempre, aun no acabo de saber para que soy menos malo, pero parece que he aprendido, quizá para mi desgracia, a ver con bastante claridad la paja en el ojo ajeno.

Pero debo reconocer que hay ojos individuales, ojos colectivos y ojos sociales y, quizá muchos más que no alcanzo a distinguir y, también, que cada uno de esos grupos se van subdividiendo en buenos y malos, listos y mediocres, malvados y perversos, corruptores y corrompidos; también los hay de amor y de odio, de condescendencia e inflexibilidad, de complacencia y rudeza, de ternura y de dulzura… de amor y de llanto…

Y regresando a las presas o represas que nunca vi funcionar adecuadamente, recuerdo cómo una creciente humedad, se transformaba en ligero goteo, lo que llevaba a un torrente que perforaba la cortina o bordo de retención, y todo se venía abajo… la catástrofe estaba servida; el imaginario pueblo, inundado, sus habitantes ahogados, igual que animales y bienes destruidos… hambre, miseria y abuso sin medida ni freno, se sucedería la vista…

Veo que un proceso, conjunto de hechos progresivos concatenados, llevan a un resultado que, a fin de cuentas, responde a la acumulación e interrelación de sus factores mismos; “cada cosa lleva en sí misma el germen de su destrucción”…

Ahora ya solo nos falta que nos “mee un pero”, todos los socialistas del mundo opinan, los capitalistas también, los racionalistas dejan el raciocinio, los franquistas, como quedan pocos, solo nos ven feo, los fascistas nos aplauden y así, todo para nuestra desgracia, la templanza se ha extinguido…

El orificio continúa ampliando el área de fuga, los acumulados de muchos decenios ya no se soportan así mismos, algunos dolores y rencores vienen de los abuelos, se precipitan con gran presión para evadirse… diluirse; se culpa al visible dubitativo.

Pero insisto, creo que “estamos escupiendo para arriba”, el punto de presión que cedió para iniciar la fuga se da, se origina, se reproduce y fortalece en el narcotráfico; demasiado dinero para hacerle frente, demasiados consumidores que deben estar “tranquilos”, mientras demasiados se matan inútilmente… corrompen y aterrorizan a una sociedad hasta la médula…

El boquete crece, lo crecemos todos, sin querer aceptar que todos somos los responsables del ayer y del hoy; que todos, somos los que podemos arreglarlo de un día para otro… somos responsables del rumbo del futuro.

Dejemos hoy de ser corruptos e injustos, el día será diferente mañana…

También podemos construir que el día de mañana sea el peor…

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