Terminando junio.

Pues mis amigos anónimos y otros no tanto, y a los que he calificado un tanto con rudeza, continúan comunicándose para criticar mis comentarios; ahora me reclaman que no haya escrito palabra de Benito Juárez García, de Porfirio Díaz Mori y otros tantos héroes y antihéroes según el origen político o ideológico que escribió la historia en cuestión.

Como en todas las naciones con poca “historia en las venas” de sus miembros hay múltiples personajes que han participado en decisivos eventos que contribuyeron, mayor o menormente, pero de manera significativa, a construir la patria en que hoy viven.

Veamos un poco hacia atrás y entendamos que no existen los “pueblos originarios” los originarios, originarios, llegaron de “fuera”, se asentaron y, de alguna manera, fueron conquistados, asimilados o eliminados en muchas de las veces.

Pero hay que reconocer que muchos de los que vinieron y se asentaron, con guerra o sin guerra, con  destrucción o sin ella, aportaron, en veces, mucho más de lo que se les estima hoy. Sabios los Romanos que se llevaban a los Dioses de los pueblos conquistados y los entronizaron en su Panteón (iglesia), venerándolos y convocándolos.

Comencemos con algunos, que muchos más faltarán:

Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano:

Brillantísimo político, estratega militar, lleno de ambición de grandeza; pintado despectivamente por Rivera y  volitivamente olvidado; creo que no, olvidado no; más bien es el originario de todas las desgracias de los Mexicanos y, ahí está listo para cualquier lloriqueo o franco llanto de lamento nacional.

Cortes llega y México no existía, la Malinche no pudo traicionar lo inexistente, los tlaxcaltecas tampoco pudieron ser traidores ni mezquinos. El grupo armado de Hernán Cortes jamás hubiera podido conquistar a los dominantes aztecas; aquel pudo, políticamente, levantarle a los pueblos sojuzgados por ellos y, ahí, ahí sí, había miles de reclamos, de ofensas, de heridas, de tributos y, también, de guerreros, que armados y debidamente arengados y dirigidos, superaron a los aztecas… en número y poderío.

Guste o no, inició la estructuración de las instituciones jurídicas del país.

Volemos prontamente para encontrar a Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu:

La independencia de México no fue obra ni idea de los indígenas ni de los “originarios”; tampoco llevaba en sus entrañas un sentido social como el que sí le da más tarde el inmenso de José María Morelos y Pavón, también de Valladolid (Morelia) como el anterior. Como los entonces gringos, aun cuando más tarde, se rebelaron contra la Metrópoli.

Se ahorraron años para la liberación e, Iturbide, claro, seguramente no leía a los franceses.

Podemos ahora llegar a José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, héroe de mil batallas, del cinco de mayo y del dos de abril, entre otros. Con menor capacidad política que Benito Pablo Juárez García, ambos de Oaxaca, llega al poder e impone “orden y progreso” organiza a la nación y ordena la producción agrícola, ganadera, silvícola, minera y la incipiente industrial. Estructura al gobierno.

Todo ello lo destruye la Revolución en la que él no quiso luchar. El pusilánime de Madero “mesmeriza” a las bases y los “socialistas” en efervescencia aprovechan el agua revuelta. Lo social, tampoco, en este caso es causa originaria del movimiento armado y, más que visión social, fue deseo reivindicador, de venganza y ajuste de cuentas.

Díaz fue un gran organizador y supo ordenar un territorio cubierto de asonadas y traiciones, mismas que se renovaron con Huerta y muchos más, Carranza, Madero, Calles y, siguieron.

Todos ellos deben ser considerados en su entorno, en su ámbito, no en el nuestro, que no fue el suyo, como el que fue suyo, no es el nuestro. Las repercusiones de su hacer en su entorno y posteriormente, es lo que realmente importa.

Las diferencias con la Historia oficial y la de sus enemigos, nunca serán confiables; hay que investigar, comparar, determinar causas y consecuencias,

Creo que faltan muchos, muchísimos a los que deberíamos honrar y, ciertamente no sobran tantos como algunos dicen. Son ciegos, ignorantes y tontos los que retiran imágenes de próceres, “porque me cae mal…”

 

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