LOS PARTIDOS EN MICHOACÁN Y UN INTENTO CON LAS PROBABILIDADES

El “Instituto Electoral de Michoacán” (regionalistas los purépechas), entregó recientemente resultados oficiales  que dan consistencia a lo arriba señalado.

La gubernatura la obtuvo el PRI con el 33.1% de los votos. La segunda fuerza electoral la confirma el PRD con el 31.7%, y el PAN crece hasta lograr el 24.9%. Estos resultados explican el llamado “empate técnico” que tan enfáticamente defendió Porfirio Muñoz Ledo, y dan prueba de seriedad y madurez de Victor Manuel Tinoco Rubí, al manifestar en toda ocasión, que si bien las tendencias lo favorecían, habría que esperar hasta el final, hasta los resultados oficiales. Ambos, Tinoco y Cristóbal Arias, conocen y tienen la medida del electorado michoacano. El que sí soñó siempre (o fintó), cuando no reconocía las encuestas de salida, ni las tendencias posteriores, fue Felipe Calderón Hinojosa, que esperaba recibir el respaldo, al menos, de ser la segunda fuerza electoral del estado, solo que no hubo respaldo rural para su partido, el PAN.

La diferencia entre Tinoco y Arias, fue solo de un pequeño 1.4% (por mayor diferencia alguno quiso incendiar Yucatán, serios los michoacanos, así lo esperamos del PRD). 1.4% es diferencia más que suficiente para decidir un ganador en una democracia (¿en qué pensaría Carlos Castillo Peraza?).

Pero regresemos al planteamiento; las clases urbanas están abandonando al PRI y lo castigan  fortaleciendo al PAN, que no quieren nada con el PRD, quien sí encuentra buena acogida en el medio campesino, donde el PRI es quien también sufre el abandono, resultando ser el amortiguador central donde las clases sociales se recargan o se alejan, en épocas de crisis. Ahora el PRI pierde, como buen centro, por ambos lados, los pobres se van al PRD y las económicamente reprimidas clases medias, se pasan al PAN. El PRI se pudiera quedar sólo.

Ciertamente el precio de los errores económicos se le esta cargando al PRI, partido controlado por sus candidatos triunfantes y no vigilante de ellos, bueno en cualquiera de los casos tendría que pagar la cuenta. Pero ésta no es la única razón para que el “proceso de democratización” se este dando desde abajo, esta influyendo también la nueva cultura política de las clases medias y los grupos urbanos desfavorecidos, ya que el voto fue emitido diferenciadamente.

Esto, el haber arribado a la etapa racional, en la que el ciudadano adquiere valor civil e información suficiente para diferenciar su voto, lo que puede haber iniciado para el PRI, el verdadero principio de su fin, a menos que realice una verdadera reforma interna, luego de haber permitido y hasta auspiciado, a ojos visto, la “Reforma del Estado”.

EL PRI Y LAS CLASES MEDIAS… , EL PAN Y LAS CAPITALES…

 

Para nosotros los mexicanos, las temidas elecciones de los cinco estados, han resultado mejor de lo esperado, mucho mejor de lo que muchos pronosticaron…

Los catastrofistas o al menos los negativos,  necesariamente partían de la base de la violenta reacción de los ciudadanos electores…  Probablemente causas no les faltaban pero, afortunadamente, madurez sí existió, y en la dosis necesaria.

Ha sido ejemplar y esperanzador el comportamiento del electorado. Ha demostrado su capacidad de distribuir el poder por el ejercicio de su voto, ha probado que puede, sabe y quiere ejercer la democracia y, además, no sucedió en un sólo estado. Con  matices propios, sucedió en los cinco.  El pueblo, el elector, más del cincuenta por ciento de los ciudadanos con derechos, han decidido responsabilizarse de su propio futuro. Los que no acudieron a las urnas ahora son sujetos de la voluntad mayoritaria, la que no quisieron construir junto a los demás… Que a sus consecuencias se atengan… .

Larga introducción jubilosa para hacer algunas breves reflexiones sobre el porque el PRI pierde las clases medias o, lo que es lo mismo, sobre el porque el PAN gana las capitales.

De acuerdo con los datos disponibles, los electores que tomaron esa decisión, fueron predominantemente las clases medias urbanas (que también hay áreas rurales en los municipios donde se asientan tales capitales).

¿Por qué las clases medias desisten del PRI y fortalecen al PAN?

Las clases medias en México son un producto, un resultado, un efecto de la revolución mexicana. Es la población que en la época de crecimiento acelerado consiguió, por su trabajo, mejorar sus ingresos o construir una forma propia de vida, que hizo posible a las nuevas generaciones el ascenso a niveles de educación superior y cultura, el acceso a ideas nuevas y abiertas.

Se educaron y formaron en las universidades promovidas, creadas y sostenidas por los postulados de la revolución y con sustento en los ingresos generados por el desarrollo industrial y comercial, impulsado y auspiciado por la política de los gobiernos emanados del PRI. Sin embargo, cuando se sintieron con derecho, capacidad y razón para participar en la formulación de la toma de decisiones, en influir y orientar el curso del crecimiento del país, no encontraron espacios ni reconocimiento a sus méritos.

Por el contrario, “cachorros” de los hacedores de revolución, encontraron espacios, poder, impunidad y riquezas prontas y fáciles, distintas a las labradas por toda una generación. Además de ello, la ética y moral de las clases emergentes ha diferido substancialmente de la reconocida y practicada por las dirigencias políticas de alto nivel. Pareciera que el éxito de las clases emergentes constituyera una contaminación a los principios y planteamientos de los grupos en las altas esferas del poder. Una amenaza real al poder alcanzado, inicialmente por la fuerza de las ideas y luego consolidado por las armas. ¿Es que acaso lucharon por el pueblo? O, simplemente, ¿a partir de los ideales lucharon para concluir en la conquista del poder al que, en su parecer, es inherente el derecho patrimonial?

Lo que para algunos significaba progreso y evolución democrática, reparto progresivo del poder de decidir el futuro de todos, a otros les significaba interferencia, intromisión, disfrute inmerecido del logro patrimonial revolucionario,  desplazamiento potencial.

Los nuevos profesionales y el creciente grupo de intelectuales preocupaban poco a los revolucionarios y sus herederos. El partido se hacía fuerte en las zonas urbanas vía el otorgamiento y control de concesiones,  permisos y  tolerancias operados por conducto de organizaciones corporativistas.

El agotamiento progresivo del modelo de desarrollo y los intentos por sustituirlo, hasta ahora erráticos y de resultados regresivos,  llevaron consigo el debilitamiento de los esquemas de control de los grupos urbanos activos mayoritarios. En un principio las clases emergentes no actuaron directamente, dejaron hacer mientras criticaban, los que se aventuraron a la participación, no encontraron espacios suficientes o debían pagar el precio de la sumisión y en ocasiones el de la abyección.

Cuando la desaceleración del progreso económico y en ocasiones su retroceso se hicieron presentes en las economías y conciencias (en ese orden) de las clases emergentes, sonó el despertador progresivo que las ha impulsado a contender por un espacio en las decisiones políticas. Fuera de episodios iluminados y esporádicos, los pasos de las atribuladas clases medias se manifestaron progresivos y con resultados inciertos, escamoteados o aceptados y sin temor a equivoco, en un principio sin partido para manifestarse y competir.

Los partidos también cambiaron, las divisiones y deserciones se producen en el PRI y en el PAN. Las izquierdas se reagrupan en una nueva oferta que aún no consolida definitivamente y que hasta hoy parece mostrar un modelo inconsistente, demasiado flexible. ¡Cómo ha cambiado la oferta de lo que hoy es el PRD, de 1988 a la fecha! ¡Cómo ha cambiado el PAN!, desde la ética estricta e inflexible de los ahora “foristas”, hasta el colaboracionismo y las “concertacesiones” tan negadas y tan distantes de la limpieza ideológica y de la práctica manifestada.

Pero, para su propia disminución, el PRI no cambia, no ha cambiado a esas velocidades. Ha sostenido prácticas y costumbres, poco se le ve, ahora no le queda sino esperar a la culminación de la “Reforma del Estado”, en tanto pierde miembros, simpatizantes y patrocinadores y a ello mucho le ayudan los inciertos y costosos ensayos de modelo y los estertores del presidencialismo autócrata, que curiosamente, a veces, hasta la oposición extraña (¿Tabasco, Yucatán?), y, hasta reclama.

Así, a falta de ofertas consistentes de nuevos partidos y sin olvidarnos de las organizaciones civiles, la sociedad urbana, grupos populares,  clases medias disminuidas y profesionales e intelectuales que advirtieron el deterioro, y ahora lo sufren, decidieron redistribuir el poder. Optaron por ser conservadores, rechazaron la violencia y el radicalismo y eligieron a un PAN menos acartonado pero, aún bajo gobernadores priístas y con congresos priístas. Ahí esta la prudencia, esa es la regla no la excepción.

Los municipios rurales aún bajo el influjo del caciquismo que controla todo, ahora hasta la miseria… parece que pronto tomaran ejemplo y comenzarán a decidir.

¿Decidirán en congruencia los partidos?

Por ahora debemos estar jubilosos de que las clases emergentes, propiciadas por los logros de los gobiernos emanados de la revolución, estén generando bases de estabilidad ejerciendo sus derechos con prudencia y equilibrio. Queda por anhelar su generalización y consistencia.