EL RUMOR, LA ESPECULACIÓN, EL REACOMODO, LA POSTURA Y EL ATAQUE.

 

Con el rumor de “golpe de estado”, se desató un nuevo episodio de nuestra lucha histórica. Cuando el panorama parecía despejado y se suponía que había bases sólidas para iniciar el anhelado proceso de recuperación económica, vientos desordenados de origen ”indescifrable”,  nos cuestionan hasta el sustento mismo de los postulados básicos del México contemporáneo.

 

El rumor, de origen indefinido, se difundió por canales y conductos insalvables, que desmienten las infantiles explicaciones hasta hoy filtradas. Un rumor, y un rumor de ese tamaño, en época de comunicaciones instantáneas y de multiplicidad de vías y contactos, sólo lo puede producir el poder. Un poder suficiente para salvar o usar los conductos obligados para que se expida un boletín, que, necesariamente, pasa por muchas manos, muchos filtros, de entre ellos,  los que sustentan y garantizan la seriedad, la ética (¿existe?), de una agencia informativa (AP-Down Jones).

 

El rumor lo pudo haber generado la extrema derecha, recalcitrante y racista, grupos organizados (WASP’s) como aquellos que abanderan Ross Perrot, o tal vez Bob Dole (el asipirante), Jesse Helms, Newt Gingrich o Alphonse D’Amato; igualmente se pudo haber iniciado en el seno mismo de los “intereses de Estado” de nuestro poderoso vecino, o bien, vía la prensa extrajera, por algunos mexicanos interesados en el poder, que no interesados en la república, que no en el pueblo, que no en la sociedad civil y su bienestar.

 

Desatado el rumor y ante la supuesta prudencia de actuar consecuentemente, luego de conocer su origen, magnitud y desarrollo, el gobierno guarda silencio, con lo que se produce la verdadera consecuencia: la desinformación, el desconcierto, el sentimiento de vacío… y con ellos, se alcanza el efecto buscado por los propaladores y sus cómplices: la desestabilización, la inseguridad, la carencia de certezas.

 

Días, horas después del rumor, arremetió el ataque especulativo, sin base económica cierta. Un ataque de jugadores profesionales (¿de las finanzas, o de la política?, o ¿de ambas?). Jugadores que apuestan a la postura de “no intervención” absoluta que sostenía el Banco de México, y a las diferencias y falta de coordinación que mantiene con la Secretaría de Hacienda. El ataque logra su objetivo: poner al grueso de la población en plena duda, ubicando de nuevo en el centro del enjuiciamiento crítico, al programa de recuperación económica del gobierno, y en gran sospecha, la utilidad del dramático ajuste que ha empobrecido al país -con ciertas excepciones… -.

 

 

Poco después, Guillermo Ortiz  presenta el programa económico para 1966. A la población le pareció, en el mejor de los casos,  un cuento de hadas,  otros se ofendieron con lo que calificaron de burla o incapacidad probada, aún cuando técnicamente sean defendibles los parámetros básicos del programa. Decía Don Jesús Reyes Heroles que en política la forma es el fondo. Aquí, falló la forma y el fondo es incertidumbre y desconfianza. ¡Qué falta de oficio!

 

Curiosamente, y sustentando la sospecha de que los escenarios anteriores confirman que los rumores son ataques sin fundamento, pero bien y “malosamente” fabricados, la bolsa de valores sube. Los verdaderos conocedores del mercado, los que tienen acceso a información privilegiada, prueban que existe la subvaluación del peso y dan un voto de confianza al futuro del país, pero la señal fue insuficiente, es insuficiente.

 

El problema no está en la falta de lealtad del Ejército Mexicano, ni en el verdadero valor del peso, sino en el efecto que han alcanzado los nuevos propósitos y métodos, que administrados en dosis tan concentradas y desbalanceadas, a estómagos tiernos e irritados, producen unas indigestiones que terminan en ventaja para los desestabilizadores y los especuladores. Hay ocasiones en que más vale poco, pero oportuno, que mucho, y tardío, y tardíamente se reunieron los principales actores económicos para una  puesta en escena  que pretendió volver a justificar el costo del ajuste, refrendar la solidez alcanzada por la economía y propalar lo promisorio del futuro que todo ello garantiza y promete. En fin, un cierre de filas ante el enemigo desconocido o tan monstruoso -poderoso- que ¿más vale mantenerlo oculto?

 

Entre tanto, en este remolino sin rumbo, las señales externas a los círculos de decisión se nos muestran favorables. Las inesperadas y ejemplares elecciones de Michoacán y los cuatro estados restantes, dan certidumbre política y seguridad al camino, fortalecen la reforma política; pero estas señales no se producen directamente desde el gobierno, las genera el electorado, marcando con madurez y diferenciadamente su capacidad de mandante, de distribuidor del poder.

 

Envuelta en estos sucesos, la esfera responsable del poder determina y acomete, con buenos resultados, la necesidad de cerrar páginas, que no por prolongables resultan en certeza, parece que el tiempo ya no quiere arreglar las cosas por sí solo. Y así, como otra señal positiva, la Iglesia acepta la conclusión oficial respecto a la muerte del Cardenal Posadas. La verdad legal, generalmente aceptada.

 

Con esto, un actor en el juego del poder en México, sale de la escena y, al menos en el corto plazo, ya no reclamará ni ocupará espacios en el terreno del enfrentamiento, la inconformidad y la desconfianza. Se disminuyen los pendientes y los demandantes. Bueno para la nación que los elementos componentes del poder se hablen entre sí, antes que andarse “echando zancadillas” o “golpes…”  por la espalda. Pero aún mejor sería que se hablaran con mayor oportunidad. ¿A eso se le llama política?.

 

Sin embargo, este reconocimiento, este reacomodo cupular, es sólo una parte del problema del Estado de Derecho. Hay páginas pendientes que es urgente cerrar, con apego a la ley, y a la justicia, y con credibilidad en los argumentos con que se presenten a la sociedad. Entre las páginas pendientes está el caso del malogrado Lic. Colosio.  Y hay otros de menor cuantía en cuanto al interés social, pero también de amplias y profundas raíces a las que el pueblo demanda seguirles las pistas; el asesinato de Ruiz Massieu y el caso CONASUPO o Raúl Salinas de Gortari. Sin olvidar que la justicia no es un problema de mayorías ni de hambre o circo social. Es un asunto de leyes y pruebas.

 

Qué gran cambio se daría en el pueblo, en la conciencia de la nación, si estas páginas se cierran pronto y bien, bien para todos.

 

 

Estando así las cosas, a la política, tan extrañada, le tocó el turno hasta el 20 de noviembre, cuando públicamente se presenta una postura abierta. Entre el simbolismo de la fecha, la evocación del rito, y el intento de convencer y de acotar los bandos en disputa, se hace una propuesta, en el nombre presidencial se convoca a “una nueva alianza entre los actores sociales para aprovechar las nuevas fuerzas emergentes, que infunden un vigor renovado a la nación”

 

Este discurso busca afanosamente afirmar que la revolución “sigue en curso”, y si alguien cree que no lo sigue, para algunos, quizá para los muchos, aún se encuentra inconclusa en las propuestas de democracia, justicia social y estado de derecho. Sin ponerles nombres ni autores, la democracia volvió a avanzar claramente este doce de noviembre, pero aún le falta generalizarse y alcanzar verdaderas profundidades. De los pendientes de justicia social no se necesita hablar para acreditarlos… y avergonzarnos.

 

Respecto al estado de derecho, quedan pendientes las páginas por cerrar, que son sólo parte de lo que debemos aceptar con tristeza, la carencia de una justicia incorruptible; también está la inseguridad creciente, y no puede olvidarsenos  la prepotencia de varios de nuestros gobernantes que  “enfermos de poder”, se comportan “de tal suerte”, que con gran autocracia patrimonialista “premian y castigan”, sirviéndose del mandante, más que esforzarse por cumplir el mandato.

 

En medio de estos vientos sin rumbo, viene ahora un nuevo ataque, ¿el siguiente de un plan organizado?, que hace temer  que estemos frente a un nuevo episodio de nuestra lucha histórica. La agresión está en un artículo anticipado por la prensa nacional, el pasado jueves 23, que apareció iniciando la sección “International Outlook “ (pag. 29) de la edición internacional del semanario Business Week, de fecha 27 de noviembre.

 

Dice el Bussiness Week en el encabezado de la nota: “El más grande obstáculo de México: Un líder que no dirige”. Y curiosamente especula sobre lo mal que fue presentado el problema económico; sobre de que este programa no convenció; acerca de la cotización del peso; de la tecnocracia de Zedillo; de su eventual llegada a la presidencia; y recalca,  “Pero ahora los mexicanos se preguntan si Zedillo alguna vez aprenderá a hacer su trabajo”.

 

El criterio no contribuye en nada a la salida de la crisis, y sí propicia que la crítica popular se concentre más en nuestras debilidades, reales o supuestas, que en nuestras posibilidades de resolver, de sacar adelante nuestros problemas.

 

¿Cómo calificarlo?

 

¿De un simple reportaje o la llana lectura que hoy nos hacen desde el exterior?, o bien,  ¿es una parte más de un plan maloso que siembra la insidia e incita a la sedición?, ¿un plan que se produce por intereses internos, implantándose desde dentro y fuera?, ¿es un movimiento externo, histórico, que persiste en atentar contra nuestra soberanía…?

LOS PARTIDOS EN MICHOACÁN Y UN INTENTO CON LAS PROBABILIDADES

El “Instituto Electoral de Michoacán” (regionalistas los purépechas), entregó recientemente resultados oficiales  que dan consistencia a lo arriba señalado.

La gubernatura la obtuvo el PRI con el 33.1% de los votos. La segunda fuerza electoral la confirma el PRD con el 31.7%, y el PAN crece hasta lograr el 24.9%. Estos resultados explican el llamado “empate técnico” que tan enfáticamente defendió Porfirio Muñoz Ledo, y dan prueba de seriedad y madurez de Victor Manuel Tinoco Rubí, al manifestar en toda ocasión, que si bien las tendencias lo favorecían, habría que esperar hasta el final, hasta los resultados oficiales. Ambos, Tinoco y Cristóbal Arias, conocen y tienen la medida del electorado michoacano. El que sí soñó siempre (o fintó), cuando no reconocía las encuestas de salida, ni las tendencias posteriores, fue Felipe Calderón Hinojosa, que esperaba recibir el respaldo, al menos, de ser la segunda fuerza electoral del estado, solo que no hubo respaldo rural para su partido, el PAN.

La diferencia entre Tinoco y Arias, fue solo de un pequeño 1.4% (por mayor diferencia alguno quiso incendiar Yucatán, serios los michoacanos, así lo esperamos del PRD). 1.4% es diferencia más que suficiente para decidir un ganador en una democracia (¿en qué pensaría Carlos Castillo Peraza?).

Pero regresemos al planteamiento; las clases urbanas están abandonando al PRI y lo castigan  fortaleciendo al PAN, que no quieren nada con el PRD, quien sí encuentra buena acogida en el medio campesino, donde el PRI es quien también sufre el abandono, resultando ser el amortiguador central donde las clases sociales se recargan o se alejan, en épocas de crisis. Ahora el PRI pierde, como buen centro, por ambos lados, los pobres se van al PRD y las económicamente reprimidas clases medias, se pasan al PAN. El PRI se pudiera quedar sólo.

Ciertamente el precio de los errores económicos se le esta cargando al PRI, partido controlado por sus candidatos triunfantes y no vigilante de ellos, bueno en cualquiera de los casos tendría que pagar la cuenta. Pero ésta no es la única razón para que el “proceso de democratización” se este dando desde abajo, esta influyendo también la nueva cultura política de las clases medias y los grupos urbanos desfavorecidos, ya que el voto fue emitido diferenciadamente.

Esto, el haber arribado a la etapa racional, en la que el ciudadano adquiere valor civil e información suficiente para diferenciar su voto, lo que puede haber iniciado para el PRI, el verdadero principio de su fin, a menos que realice una verdadera reforma interna, luego de haber permitido y hasta auspiciado, a ojos visto, la “Reforma del Estado”.

EL PRI Y LAS CLASES MEDIAS… , EL PAN Y LAS CAPITALES…

 

Para nosotros los mexicanos, las temidas elecciones de los cinco estados, han resultado mejor de lo esperado, mucho mejor de lo que muchos pronosticaron…

Los catastrofistas o al menos los negativos,  necesariamente partían de la base de la violenta reacción de los ciudadanos electores…  Probablemente causas no les faltaban pero, afortunadamente, madurez sí existió, y en la dosis necesaria.

Ha sido ejemplar y esperanzador el comportamiento del electorado. Ha demostrado su capacidad de distribuir el poder por el ejercicio de su voto, ha probado que puede, sabe y quiere ejercer la democracia y, además, no sucedió en un sólo estado. Con  matices propios, sucedió en los cinco.  El pueblo, el elector, más del cincuenta por ciento de los ciudadanos con derechos, han decidido responsabilizarse de su propio futuro. Los que no acudieron a las urnas ahora son sujetos de la voluntad mayoritaria, la que no quisieron construir junto a los demás… Que a sus consecuencias se atengan… .

Larga introducción jubilosa para hacer algunas breves reflexiones sobre el porque el PRI pierde las clases medias o, lo que es lo mismo, sobre el porque el PAN gana las capitales.

De acuerdo con los datos disponibles, los electores que tomaron esa decisión, fueron predominantemente las clases medias urbanas (que también hay áreas rurales en los municipios donde se asientan tales capitales).

¿Por qué las clases medias desisten del PRI y fortalecen al PAN?

Las clases medias en México son un producto, un resultado, un efecto de la revolución mexicana. Es la población que en la época de crecimiento acelerado consiguió, por su trabajo, mejorar sus ingresos o construir una forma propia de vida, que hizo posible a las nuevas generaciones el ascenso a niveles de educación superior y cultura, el acceso a ideas nuevas y abiertas.

Se educaron y formaron en las universidades promovidas, creadas y sostenidas por los postulados de la revolución y con sustento en los ingresos generados por el desarrollo industrial y comercial, impulsado y auspiciado por la política de los gobiernos emanados del PRI. Sin embargo, cuando se sintieron con derecho, capacidad y razón para participar en la formulación de la toma de decisiones, en influir y orientar el curso del crecimiento del país, no encontraron espacios ni reconocimiento a sus méritos.

Por el contrario, “cachorros” de los hacedores de revolución, encontraron espacios, poder, impunidad y riquezas prontas y fáciles, distintas a las labradas por toda una generación. Además de ello, la ética y moral de las clases emergentes ha diferido substancialmente de la reconocida y practicada por las dirigencias políticas de alto nivel. Pareciera que el éxito de las clases emergentes constituyera una contaminación a los principios y planteamientos de los grupos en las altas esferas del poder. Una amenaza real al poder alcanzado, inicialmente por la fuerza de las ideas y luego consolidado por las armas. ¿Es que acaso lucharon por el pueblo? O, simplemente, ¿a partir de los ideales lucharon para concluir en la conquista del poder al que, en su parecer, es inherente el derecho patrimonial?

Lo que para algunos significaba progreso y evolución democrática, reparto progresivo del poder de decidir el futuro de todos, a otros les significaba interferencia, intromisión, disfrute inmerecido del logro patrimonial revolucionario,  desplazamiento potencial.

Los nuevos profesionales y el creciente grupo de intelectuales preocupaban poco a los revolucionarios y sus herederos. El partido se hacía fuerte en las zonas urbanas vía el otorgamiento y control de concesiones,  permisos y  tolerancias operados por conducto de organizaciones corporativistas.

El agotamiento progresivo del modelo de desarrollo y los intentos por sustituirlo, hasta ahora erráticos y de resultados regresivos,  llevaron consigo el debilitamiento de los esquemas de control de los grupos urbanos activos mayoritarios. En un principio las clases emergentes no actuaron directamente, dejaron hacer mientras criticaban, los que se aventuraron a la participación, no encontraron espacios suficientes o debían pagar el precio de la sumisión y en ocasiones el de la abyección.

Cuando la desaceleración del progreso económico y en ocasiones su retroceso se hicieron presentes en las economías y conciencias (en ese orden) de las clases emergentes, sonó el despertador progresivo que las ha impulsado a contender por un espacio en las decisiones políticas. Fuera de episodios iluminados y esporádicos, los pasos de las atribuladas clases medias se manifestaron progresivos y con resultados inciertos, escamoteados o aceptados y sin temor a equivoco, en un principio sin partido para manifestarse y competir.

Los partidos también cambiaron, las divisiones y deserciones se producen en el PRI y en el PAN. Las izquierdas se reagrupan en una nueva oferta que aún no consolida definitivamente y que hasta hoy parece mostrar un modelo inconsistente, demasiado flexible. ¡Cómo ha cambiado la oferta de lo que hoy es el PRD, de 1988 a la fecha! ¡Cómo ha cambiado el PAN!, desde la ética estricta e inflexible de los ahora “foristas”, hasta el colaboracionismo y las “concertacesiones” tan negadas y tan distantes de la limpieza ideológica y de la práctica manifestada.

Pero, para su propia disminución, el PRI no cambia, no ha cambiado a esas velocidades. Ha sostenido prácticas y costumbres, poco se le ve, ahora no le queda sino esperar a la culminación de la “Reforma del Estado”, en tanto pierde miembros, simpatizantes y patrocinadores y a ello mucho le ayudan los inciertos y costosos ensayos de modelo y los estertores del presidencialismo autócrata, que curiosamente, a veces, hasta la oposición extraña (¿Tabasco, Yucatán?), y, hasta reclama.

Así, a falta de ofertas consistentes de nuevos partidos y sin olvidarnos de las organizaciones civiles, la sociedad urbana, grupos populares,  clases medias disminuidas y profesionales e intelectuales que advirtieron el deterioro, y ahora lo sufren, decidieron redistribuir el poder. Optaron por ser conservadores, rechazaron la violencia y el radicalismo y eligieron a un PAN menos acartonado pero, aún bajo gobernadores priístas y con congresos priístas. Ahí esta la prudencia, esa es la regla no la excepción.

Los municipios rurales aún bajo el influjo del caciquismo que controla todo, ahora hasta la miseria… parece que pronto tomaran ejemplo y comenzarán a decidir.

¿Decidirán en congruencia los partidos?

Por ahora debemos estar jubilosos de que las clases emergentes, propiciadas por los logros de los gobiernos emanados de la revolución, estén generando bases de estabilidad ejerciendo sus derechos con prudencia y equilibrio. Queda por anhelar su generalización y consistencia.