Intentar analizar qué se dijo y para quién…

Pues el primer Papa latinoamericano, hijo de inmigrantes y por ello “criollo”, y con todo lo que ello significa, logró alcanzar las calificaciones o vencer las descalificaciones, para que se le depositara la responsabilidad de continuar el manejo de una de las instituciones más desconcertantes del mundo: la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

 

Luego de persecuciones y de lograr sobrevivir, gracias a la protección en un escondido pueblo de armenios, se hace del Imperio y mantiene su creciente expansión. Yo, y creo que nadie porque no hay pruebas, sabemos por qué Constantino cedió, como buen político, a la creciente presión popular o, además, de manera visionaria, por la preservación del imperio, lo que implicaba aceptar la prédica del Galileo.

 

Muchos sismas y muchas luchas, traiciones y decisiones contrarias a la prédica original hubieron de ser realizadas, desde dentro, para que la institución Iglesia lograra preservarse. Sabios políticos y crueles, certeros y oportunos asesinos y defraudadores, la han ido ajustando a la realidad reinante o evitando que ésta la destruyera.

 

Cismas y divisiones se vieron por mucho y por variadas causas; claro, la primera, el poder sobre los ignorantes seguidores; segundo, el poder que esto representaba en la marcha de la sociedad o la comunidad o comunidades afectadas.

 

Los pretextos eran lo de menos, y así lo vemos en el evangelio de Judas, las divisiones por la divinidad de Cristo o la expresión sincrética, seguramente necesaria en la época de Dios Padre, Dios Hijo y, Dios Espíritu Santo; “Tres personas distintas y un solo Dios verdadero”; para completar la intercesora siempre Virgen María, por el simple efecto de un concilio… “podía, convenía, lo hizo…”

 

Y si en los católicos extremistas adjuntamos las advocaciones competitivas y múltiples santos, a cual más de prodigioso y milagroso, según el barrio, pues tenemos la perfecta práctica del politeísmo… claro, simulado, para avanzar progresivamente en el tiempo hasta llegar la monoteísmo del maravilloso egipcio, Akenatón y su Faraona, Nefertiti.

 

No ha sido así, las circunstancias lo han venido impidiendo, las realidades se imponen a Abraham destruyendo del becerro de oro. Otros intentaron el monoteísmo, a más del judaísmo, el cristianismo, el islamismo, el sijismo, y zoroastrismo. Ninguno lo ha logrado seriamente, racionalmente; y sí, proliferó y prolifera el terrible odio a que los lleva la defensa de su dios…

 

A más de ello están las herejías, de las que muchas tuvieron su impacto formal: herejías como el Adopcionismo, Donatismo, Arrianismo, Docetismo, Albigenses, Apolinarianismo. No olvidemos los cismas; del oriente, el occidental, el luterano y el anglicano de Enrique VIII. Todos evitables con el diálogo, todos posibles por la soberbia que se gastan, cuando la critican acerbamente en los feligreses (si pudo Martita, no debía haber podido Enrique).

 

Todos ellos llevaron hacia la muerte, el engaño, la traición, el crimen; todo ello en la sociedad, el poder político y los destacados jerarcas de las tendencias religiosas; treinta años de guerra, que iniciaron la decadencia de España y posibilitó el ascensión de Inglaterra; la pérfida Albión, mientras los comerciantes de los Países Bajos, aprovechaban el fructífero comercio marítimo…

 

El protestantismo rompió ligas, ataduras supinas y ahí están ahora… Calvino y Swinglio y la parábola de los denarios: golpear con las propia balas del enemigo.

 

Todo ello, fundado en la “religión verdadera” fuera de duda, de cualquier cuestionamiento o consideración… igual que hoy… el absurdo dogma, la ridícula infalibilidad, la posesión de la verdad eterna, única y absoluta. Sin discusión… o la condenación eterna.

 

Pobres ilusos; lo dicho es poco. Pero sin ello no se puede entender ni explicar con verdad y veracidad a la iglesia actual y a los actuares de sus ministros.

 

Con ese fardo llegó el héroe del capitalismo salvaje, el sostén de “occidente” Juan Pablo II; mil batallas las ganó, ahora es santo, aún con novia tardía; siguió el conservador Ratzinger, que simplemente no pudo. Al menos el buen Juan Pablo I, el de los 33 días, como masón, enfrentó su verdad y su momento.

 

Pues así llegó a México el buen Francisco, el “Criollo Jesuita” del que ya he escrito como el hombre de la sotana negra; lleno de leyendas, de presagios, de esperanzas ¿Podrá cambiar el gobierno de la Iglesia, del papado absoluto y obsoleto, a la dirección colegiada, desconcentrada y descentralizada?

 

Él habló, siempre leyendo, nunca regañó a nadie y a todos los marcó y condenó, habló de crímenes, delitos o faltas comunes; que cada quien se ponga el saco. Los reclamos fueron muy serios, si quieren o pueden leer entre líneas, nada de los pederastas, nada de los 43… Todos ellos, y muchos más, crímenes menores. Cuando el futuro de la Iglesia está en juego es cuando se necesitan los grandes cambios: ¿imposibles para el conservador Bergoglio y la curia actual?

 

Quizá por eso viva entre la gente, en un hotel no aislado, siempre a la vista de otros.

 

Conservador por sus antecedentes, por su comportamiento en la terrible dictadura Argentina, luego de que la bella Estela dejó el poder; a más porque, para mi bien o para mi mal, conozco o conocí a compañeros que tuvo en seminario, en su sacerdocio y en el sucesivo y temprano encumbramiento hacia el Papado.

 

De ninguna manera es un hombre negativo, es una mediana transición; quizá la jerarquía y lo demás no resiste un cambio de fondo sin un nuevo cisma.

 

Él habló para todos, pero no todos lo entendieron; fue críptico, algo así como “óyelo tu mi hija, entiéndelo tú mi nuera”; pero en veces fue muy críptico: “el que tenga oídos, que oiga; el que tenga ojos, que vea”.

 

Cada quien deberá leer entre líneas y “aplicarse el cuento”. Lo para mí fue grave fue decir que habría que pedir perdón a los indígenas (del sureste..), creo que no. Ya lo dije en un escrito anterior: el perdón es la maravillosa fuerza de la Iglesia para atraer al que hace mal. Lo que debió pedir fue el resarcir los despojos de tierras, dioses, cultura, hijas, mujeres… ¡y más! Paz, modo de vida, sistema de conciliar, sistema de defender, sistema de luchar, sistema de entender la vida y a sus deidades, su cosmogonía.

 

Creo que mucho de eso lo robó la Iglesia Católica, Apostólica y Romana misma. Pero ellos… ellos sólo ven la paja en el ojo ajeno… Nunca le oí, menos le escuché, pedirles perdón por haberles robado su más íntima identidad.

 

Pero, ¿usted qué cree, bajo la iglesia que nos ocupa, los indígenas son dignos de Dios y de tener alma? Qué pensará mi amigo el hereje…

 

Que el Dios que sea realmente Dios nos ampare… Yo apelo a la Madre Naturaleza…

 

Siempre me han gustado los dioses griegos… son divinos, ¿como lo somos nosotros, en su cosmogonía?

 

Que sean… que todos podamos ser… serenos, respetados y contributivos…

 

 

 

 

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