Destruyendo para ganar… ¿para ganar qué…?

Solo grandes y espectaculares acontecimientos podrán hacer variar las tendencias que tan rígidamente se han comportado; en términos generales, todo ha permanecido y ya poco pueden hacer los actores del drama nacional que ya todos protagonizaremos en quince días.

Si algo queda por decir y por hacerse, es concientizarnos de lo poco que han influido las versiones negativas en la propaganda y en la publicidad; desde la “exigencia” de la renuncia del titular del Ejecutivo, hasta la llegada de los salvadores de la patria.

Ya ni el “rayito de esperanza” parece cintilar en el espacio observado por los depauperados y los medioclaseros, porque, ciertamente, nunca ha iluminado las clases oligárquicas y los destellos que logró en aquellas hoy, y hace días, ya son cosas del pasado, pasado soñado glorioso y triunfal. Esproceda se quedaría chico para narrar las expectativas, hoy inalcanzables, muertas.

A quién le están dañando seriamente los resultados del mesianismo y concomitante megalomanía, la dictadura férrea de un hombre que, ideología, no ha mostrado, proyectos y planes, no los ha presentado, si es que los tiene. Solo palabras, solo intromisiones en las áreas de los demás y al final, contradicciones fundamentales.

Mesmerismo puro, bien estudiado y no menos aplicado, así hace valer sus “cualidades” para convencer, agrupar, adoctrinar y dirigir inflexiblemente a personas de valía, no todas, algunas pocas, que lo siguen como mesías, ciega e irreflexivamente; los otros van “a donde va Vicente…”.

Todo es niebla, truculencia y flatulencia, todo está atado con hilos de ilusión y otros de precaución, también los hay de miedo y para los tontos, los hay de oportunismo y, aunque no le crea, de cierta esperanza…

La izquierda quedará destrozada, adolorida, dispersa, y tardará en recuperarse, sus miembros han estado aprendiendo a desconfiar y habrá debilidad en los grupos. Un partido con tribus, es muchos partidos, es dispersión de esfuerzos y de objetivos, cada quien quiere llevar “el agua a su molino” y “que se haga la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre…”

Los favorecidos son el PRI y el PAN, pero, para fortuna del primero, el segundo también está equivocándose y equivocándose en grande; al PRI lo ha salvado su calidad monolítica, su cohesión interna, su disciplina partidaria…

El gran, el gran perjudicado, es México… no hay equilibrio, hay dispersión, mezclada con crimen e impunidad; mientras los que se creen los amos se pelean y se dispersan, los siervos, ante la falta de unidad, hacen de las suyas.

Si no se ha perdido, está muy debilitado uno de los elementos fundamentales del Estado Moderno… un elemento que debe permear en la conciencia de cada sujeto integrante, no puede haber programa que sirva ni políticas públicas que funciones sin un “fin común”. La Nación también está dispersa, como sus integrantes…

Caro muy caro habremos de pagarlo, ya lo estamos pagando, y mucho de esto, debemos agradecérselo al mesiánico megalómano, que ha venido deseando crear el escenario, la destrucción catastrófica, para que, al triunfar, pueda hacer que todo resurja como el “ave Fenix”, desde las cenizas.

¿Cuándo volverá el sentido de pertenencia, el de unidad en lo fundamental, el de ser ciudadanos que integran una Nación…?