LA VILLA DE POZOS

 

Los oriundos de Villa de Pozos se han caracterizado por defender abiertamente aquello que consideran su derecho o su razón. Suelen ser personas de valor que no dudan en la confrontación física, cuando el diálogo razonado no marcha o no convence; sobre todo cuando se sienten engañados, relegados o burlados, por un entretenimiento para el que no hayan justificación. ¿Se acuerdan del “temboruco” o el “tenme aquí”?

La política basada en que “el tiempo lo arregla todo”, o en “el agotamiento”, es tan mala como la que sustenta que hay que “esperar hasta que haga crisis”. Que salga todo lo malo, para luego curar, aún cuando sólo se cure lo que quede. Mentes cortas que no entienden de las medidas preventivas, ¿qué sería del ser humano sin la medicina preventiva? O, en otro caso, mentes perversas que no miden el daño, sino el morboso placer de “sostenerse en el filo de la navaja” sin importar el precio, ni quien tenga que pagarlo, así sean ellos mismos.

LOS DESEOS DE SER MUNICIPIO

Así las cosas, lo de Villa de Pozos no parece marchar de la mejor manera. Evidentemente es un caso político; no existen las condiciones para constituirlo en municipio, el municipio número 59 de la “ola innovadora y superadora” que ya indujo la creación de dos.

Ayuntamiento, y mejor sin “H”, significa el grupo de personas que se juntan, que se “ayuntan”, para enfrentar y resolver, de manera ordenada, problemas comunes o de convivencia entre ellos, y con tal fin nombran, eligen, de común acuerdo, autoridad colegiada renovable, que aplica y se somete a normas de aplicación igualitaria. Es la célula misma de la estructura de gobierno y presupone que los problemas comunes afectan sólo a esas personas que se ayuntan. Es decir, presupone necesariamente que están alejados de grupos semejantes.

CONURBACIÓN, UNA LIMITANTE AÚN NO LEGAL

No sólo se requiere cumplir los requisitos de suficiencia presupuestal y de separación que no haga daño a los ingresos de la parte remanente, es necesario que resuelvan su problema y no que generen uno nuevo de manejo de áreas conurbadas.

Poblaciones que antes requerían de soluciones diferenciadas, ahora demandan de respuestas únicas para problemas o carencias que hoy se presentan homogéneos. El crecimiento borró las distancias, los espacios vacíos, unió físicamente las zonas habitacionales, las industriales y de servicios. Se volvieron comunes los espacios, los problemas, los conflictos, y, consecuentemente las consideraciones, los tratamientos, las respuestas, las soluciones también se convirtieron en comunes, iguales, las mismas.

La administración de los problemas de la sociedad no pueden variar por una calle o recibir diferente trato por una linea imaginaria, cuando los ciudadanos se desenvuelven en una comunidad, una economía continua, casi única, de demandas y carencias iguales -agua, drenaje, saneamiento, vialidad, transporte, seguridad, abasto-. Las diferencias que aún quedan, son las menos. Fabricar una solución, en sí, no tiene problemas. Gobernar la diferencia, constituye diferenciación para iguales, es antidemocrático.

LA PROFUNDIDAD O ALCANCE DE LA REFORMA

¿Por qué no ha sido posible que los legisladores realicen plenamente su terea? No podemos suponer que no conocen este problema; que les afecta, que les fue planteado en campaña, que constituyó demanda y sigue siéndolo. No es posible que al menos uno, o pocos, lo planteen, aún cuando no les haga caso la mayoría y entonces salven su dignidad y compromiso, haciendo un “voto particular” que siente el precedente de la problemática.

Se vuelve indispensable que se norme jurídicamente el manejo de esta realidad que tanto daño hace a los ciudadanos. ¿Para que sirven tantos estudiosos del desarrollo urbano? Ciertamente se privilegian las posturas, ambiciones personales o de pequeños grupos, oligarquías económicas o burocráticas, que persisten en mantener cotos de influencia a costa del bienestar de la población, negando la continuidad física como unificadora de la problemática urbana.

En este sentido la reforma debe ser imaginativa, creativa, ¿es difícil?, y proponer órganos de gobierno únicos para áreas urbanas continuas. Un gobierno para un área homogénea. ¿Qué clase de gobierno?, Cuándo sea legislador les digo, !ja¡, los sueños humo son, los sueños… ¿Qué, en serio, no tienen capacidad, o carecen de voluntad política hasta para inconformarse en sesión, en público?

El sometimiento es ancestral, tanto, que se ha tornado atávico, pocos pueden liberarse de él. Algunos perdieron la lengua, otros se fueron al olvido. Sólo el tiempo les dio la razón. Ellos sí construyeron a la Patria, a la Nación, ellos sí cumplieron con su representación. Hicieron honor a su compromiso olvidando el “paso” por la legislatura en turno. Intentaron ser Legisladores. A pocos les queda el título de “Legislador” -con mayúscula- de vez en cuando se cuelan, porque, ciertamente, no los dejan llegar.

¿Y LA GENTE DE LA VILLA DE POZOS?

Bueno, si el movimiento es auténtico, no deberán cambiar lo más por lo menos. Separarse hoy del Ayuntamiento de San Luis Potosí, puede representar retraso urbano de consideración. Si vemos al mediano y largo plazos, la ciudad habrá alcanzado plenamente a la actual delegación de Pozos en no más de diez años; pensemos por un momento que la construcción y operación del “Interpuerto” es una realidad de 1976 a 1977, el tiempo se reduciría.

Parte del mismo municipio recibirá el trato de la llamada Ciudad Capital. Quizá eso no represente algo realmente envidiable, sobre todo con los ingresos de ahora, pero siempre será superior a los potenciales ingresos del potencial ayuntamiento de la Villa de Pozos. Aún teniendo en su pretendida demarcación la llamada Zona Industrial. ¿Acaso son tan ilusos de pensar que les pueden cobrar el predial que deseen?. ¿Ignoran que muchas de ellas tienen exención que aún dura algunos años?

Si el movimiento es sólo político, flaco favor les está haciendo el Partido Acción Nacional y sus instigadores. El perjuicio a plazo es de un costo social incalculable. Vean a Cerro de San Pedro y las colonias habitacionales ubicadas en su territorio. O bien, son cotos de poder, o tierra de nadie donde la autoridad que priva es la del más fuerte. Nada socialmente deseable.

En fin, lo que deben es integrarse, desde ahora, políticamente a la actividad de la ciudad de San Luis Potosí.

¿Y LOS MUNICIPIOS YA CONURBADOS?

Dirán que es cinismo. No es sostenible un desarrollo urbano equilibrado y equitativo para los ciudadanos, si no se regulan los servicios generales desde una autoridad supramuniciapal -agua, drenaje, saneamiento, vialidad, transporte, seguridad, abasto-. Consecuentemente, deben negociar desde ahora, con posición de fuerza, en sus características particulares y en sus áreas no conurbadas, propiciando la constitución de organismos que garanticen, regulen y provean los servicios del área conurbada, mientras preservan su egemonía en lo que son diferentes.

Pero, ésto es tarea de los partidos políticos con la vista al futuro, no de los mediocres inmediatistas. Es tarea y responsabilidad de la legislatura en turno, y este artículo se escribe en ausencia de propuesta de cualquiera de las dos instituciones que debieran hacerlo. Así, sólo al ciudadano le queda la palabra, aunque a las organizaciones no gubernamentales les nieguen la posibilidad permanente de ser, aunque sí son coyunturalmente reconocidas en las campañas políticas. ¿Y los candidatos independientes?… Creo que ni a eso los dejarán llegar… Esperemos que sí.

P.S. Otro de los síntomas que determinan el punto de desahucio es: Considerarse infalible, dueño único de la verdad y proceder como si el mundo no pudiese existir, antes, ahora y mañana, sin la determinante obra y dominante figura del procer, del mesiánico, del enfermo… Pobre de San Luis, todo parece encaminarse fatalmente. Ominosos signos los de estos días…

LA COSECHA DE LA INMORALIDAD CENTENARIA

 

El objetivo de fondo del movimiento dirigido por Andrés Manuel López Obrador , saboteando los trabajos de PEMEX, al bloquear su acceso a los pozos petroleros en la Chontalpa, no es únicamente una expresión de “la industria del reclamo”. En el fondo, éste es el pretexto y la razón social para esconder el verdadero sabotaje, el de trascendencia: Aumentar considerablemente el grado de “riesgo país” a los inversionistas interesados en la industria petroquímica.

Por ello la respuesta fue contundente, no inmediata pero sí pronta y fundada en denuncias sustanciadas. El presidente, en una gira europea de muy obscuros resultados en Italia, difícil comunicación en España y justificatoria en Inglaterra y Davos, se encontró de pronto con que la petroquímica que andaba vendiendo, entre otras cosas, pude ser saboteada por los indígenas chontales, sin importar el dueño, por reclamos reivindicatorios, reales o supuestos.

EL ESTADO DE DERECHO, GARANTÍA REAL

Costo país, defecto difícil de ocultar a los posibles compradores de la industria petroquímica. El restablecimiento del Estado de Derecho fue la garantía agregada para sostener la oferta de venta, enriqueciendo así la  “calidad” del producto con una alta dosis de “seguridad garantizada”.

Pero, reflexionemos un poco… Estado de derecho implica básicamente que funcione cotidianamente la libertad de los individuos; que ésta sea defendida y protegida por jueces prontos y probos; que al mercado lo caracterice, en todo, la competencia; que cada ciudadano tenga oportunidad y seguridad de alcanzar un mínimo de bienestar; y, que el poder público se ejerza separadamente, al tiempo que sus órganos estén integrados por una legítima y equilibrada representación.

Con esas características, el gobierno, representante y custodio del Estado, puede, con toda autoridad moral, aplicar plenamente la legalidad y mantener, en consecuencia, el “Estado de Derecho”.

LA MORAL Y LA POLÍTICA

Como toda acción pública que afecte a la sociedad, es una acción política, se vuelve  necesario considerar si la política, la moral y el Estado de Derecho guardan una correspondencia recíproca o simplemente son incompatibles, excluyentes o, hasta inconexos. Ciertamente, el simple concepto de Estado de Derecho, implica una alta calidad moral en los actores responsables de aplicarlo, ejercerlo y sostenerlo.

Creo que debe anticiparse que es una cuestión de grado. ¿Cuándo han conocido a un político, que “por el fin no justifique los medios”? . Digámoslo de otra forma: Engañar, manipular, cooptar, defraudar, difamar… Parecen recursos cotidianos en el quehacer político. Hasta se requiere “oficio” para hacerlo sin que se note o haga daño posterior; es decir, debe siempre poder justificarse la forma de comportamiento, por el fin que se está proponiendo o persiguiendo (pocos lo logran, los más son burdos y torpes, golpean con causa personal y pretenden conciliación sin causa, sólo con prepotencia).

Pero, ¡parece que estamos en el cinismo! Lo cierto es que los fines superiores de la causa han ocasionado toda clase de calamidades a la humanidad y a los pueblos, y todo se explica o niega según el punto de observación, caso claro, son el  “Tribunal de la Santa Inquisición”; las “guerras santas”, así sean las cruzadas; la instauración de la democracia en país ajeno; o, las guerras de “limpieza racial”, aún cuando se realicen veladamente en las fronteras que los ejércitos observadores y los “voluntarios” protegen de los inmigrantes.

 LA CORRUPCIÓN COMO MÉTODO

No existe en ninguna organización social, incluida la Iglesia, una correspondencia plena entre moral y política, y en todas se hace política: Engañar, manipular, cooptar, defraudar, difamar… El problema es el grado, la profundidad con que el “arte de la política” se ejerce (cedo a la tentación de escribir Niccolò Machiavelli, y de recordar a Luis Espota y a Alejo Carpentier).

Lo importante también es el grado con que se combate o no, con el que se enjuician presidentes, gobernadores, políticos e influyentes, con parentesco o no. O bien, como se crean, no sólo velos, sino hasta estructuras o ausencias jurídicas, para crear espacios, posiciones, puestos impunes desde donde la corrupción se enseñorea, hiere, lastima y acumula resentimiento y odio que estalla en “tumultos”,  Chiapas o en Tabasco. Manipulados o no, al fin política, política, pero ahora del contrario.

El problema de México es su elevado nivel de corrupción, alentado por la impunidad, aquí sí, en correlación estrecha y magnitud semejante. Ya en el siglo XVIII en España se conocía la profunda y abierta corrupción mexicana como “el unto mejicano”. Muchos la explican con argumentos socioantopológicos y como efecto de la conquista, la sumisión, la explotación. Lo cierto es que eso no la justifica, ni menos la explica hoy.

 LA IMPUNIDAD COMO REPRESIÓN

Resulta que todo este embrollo de practicas (malosas por cierto), sostenidas y perfeccionadas a través de los años, hoy, sustenta la posición de los Chontales en Tabasco, hoy, se revierte contra el impune, PEMEX y gobierno, y se inicia una lucha interna. No vender, sí vender la petroquímica, pagar o no pagar indemnizaciones, escamotearlas, “recortarlas” a la entrega, apoyar a “bajo costo” la pronta emisión del cheque, y al tiempo, discriminar, vejar, invadir, tomar a nombre de la nación lo que ellos poseían, antes que ella existiese.

Cierto, la violación de un derecho no se debe invocar como razón y no es razón, para justificar una reivindicación social que rompe el Estado de Derecho. Bueno, , si estamos en la vigencia del Estado de Derecho…

La historia es vieja y los compromisos también. No se puede aplicar unilateralmente la legitimidad cuando socialmente hay impunidad manifiesta o la justicia corre demasiado despacio. Hay violaciones evidentes y el procedimiento favorece al culpable. En el otro caso, el procedimiento es expedito y enérgico. La ley no es justa si tarda distinto para distintos actores y cuando, para otros, es el escudo de la impunidad. La impunidad, así, es represión.

LA IMPERIOSA NECESIDAD DE LA REFORMA

Lo que llaman la Reforma del Estado, se constituye en algo urgente y a fondo. Hay demasiados focos rojos prendidos y otros prendiéndose, para jugar al “gatopardismo”. A la presidencia acotada de Zedillo se acerca la potencial anarquía de los inmorales impunes, Madrazo, Guerrero, Raúl; y la lucha políticoideológica, destructiva y anarquista, sin propuesta de fondo, agazapada en la apreciación pública generalizada de un Presidente débil y, sobre todo, en el cansancio causado por la persistente soberbia e impunidad.