Remembranzas (y algunas digresiones coyunturales)

Hoy, al ver que Arabia Saudita y sus seguidores, en aquellas tierras enigmáticas del Medio Oriente, rompieron relaciones con Irán luego de que, por lo pronto, ya no va a tener bomba atómica, me vienen a la mente los recuerdos de la lucha entre Sunitas y Chiítas. Todo a partir de la lucha por el poder.

 

Luego de Mahoma, unos querían una sucesión hereditaria de carácter familiar – la que los estados de por aquellos arenosos lugares aún siguen practicando –  y los otros, una sucesión que fuera definida a favor de algún destacado de entre los hombres prominentes.

 

Algo así como lo que nosotros llamamos plutocracia. Visto de otra forma: de monarquía hereditaria a una cierta democracia, en donde se procura el mando del considerado más apto de entre los hombres dominantes de la tribu, grupo o estado.

 

Luego del asesinato dominaron y dominan estos últimos; parece que la selección del “mejor” o el “más apto” domina sobre las mayorías… domina a las mayorías…

 

Pues regresando a la memoria, esta división se aprecia veladamente en aquella muy conocida película y brillante actuación de Peter O’Toole: Lawrence de Arabia. Quien no la haya visto, vale la pena.

 

Pues resulta que, pienso y deduzco: la “diplomacia occidental” está operando en serio en aquellas zonas luego de las intentonas imperiales fracasadas de los nefastos Bush. Recuerdo: ahí estaban el general inglés y el diplomático francés platicando con el hombre de buena fe, el Lawrence, cuando se la reabren las heridas de la espalda.

 

Esto llevó a la arremetida francesa que desvelaba un tanto la verdadera política occidental sobre los territorios disputados y, según sabemos, casi desde que la historia registra. Ahora que iniciamos una inserción extraterrestre y que la tecnología define nuevos términos, el horizonte se dibuja diferente, pero a mediano plazo.

 

El Lawrence, el hombre útil, pero de buena fe y lejos de entender y practicar el engaño, la mentira y la traición, era ya inservible… reclamaba ya cumplir las promesas. Parece que el inepto de Ronald Reagan les cumplió dándoles los cohetes tierra aire y… ¡miren como les fue!

 

Regalar el fuego le costó mucho a Prometeo y a la humanidad; los males liberados de la caja de Pandora no dejan de asolarnos en sus más variadas versiones (mis gigantescos griegos, pináculo de culturas precedentes).

 

Hoy igual compran y venden a jefes de tribu y los ponen a pelear entre sí, por sus propios agravios ancestrales, convertidos en dictadores religiosos, algo así como dogmas, mismos son mantenidos vivos y vibrantes por el interés del poder y por la intervención de occidente…

 

Ya la importancia del paso de Asia a Europa ha disminuido sensiblemente, pero la disposición de energéticos los mantendrá en el campo en disputa por aún algunos decenios, ya que parece que el petróleo se dejará de usar cuando se acabe, o cuando su costo de extracción alcance niveles similares al de producción u obtención de las energías “limpias”.

 

Pues estemos preparados: el horizonte es de tormenta y hasta las predicciones de los “brujos” cubanos dados al “vudú” son muy malas. Todo se tornará difícil, aún más difícil: el optimismo está en decadencia, las piezas del juego se están moviendo por los caminos de la diplomacia, la cooptación y – en fin – por los caminos de la lucha por el poder… en la que nosotros no contamos.

 

Yo vuelvo a insistir. Desde que aquél mato a su hermano con una quijada de burro, todo por la envidia… la envidia por el poder y más poder, ha regido y seguirá rigiendo…

 

Que todos tengamos suerte, hasta aquellos que no nos quieren; la evolución ha sido torpe y lenta, nos ha civilizado un tanto… pero no nos ha hecho solidarios, ni tan siquiera, medio buenos.

 

Yo creo que los cuatro jinetes, son árabes, cabalgando unos pura sangre de por allá, también…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cerca del amanecer o, ya llegando al ocaso..

Antes del amanecer,

cuando el frio llega hasta el alma,

me imaginé que clareaba;

triste sueño sin sustento…

 

La tormenta regreso, eléctrica y explosiva;

cayó el peso de la noche que casi languidecía…

ilusiones y esperanzas…

tornáronse en pesimismo, volviéronse desaliento.

 

El llanto que regresaba, agotado estaba ya,

la queja ya no servía, el dolor mucho crecía…

la súplica no se oía… al menos, no se atendía;

la voz cansada, ya hueca, ya nadie, nadie respeta…

 

Si alguna vez hubo gloria, bien pronto que se agotó

y, si la paz se sentía, la guerra luego brotó;

la alegría que se gozaba, en puro sueño quedó

el sueño, que restauraba, en insomnio se volvió…

 

Cuenta me doy que el aquel Zamorano,

lejos de esas tierras, sus tierras,

rememoraba su pobreza al no tener ilustre linaje,

al carecer de sillón y de casa solariega,

 

Tenía paredes vacías, sin ancestros victoriosos,

sin escudos nobiliarios, sin una espada con gloria,

sin una escolar inquieta, que se asome a la ventana.

Mi capa ya está raída, aún calienta, poco, muy poco…

 

Sin embargo, hay algunos, que aún dan gracias,

diciendo nada me debes, despidámonos en paz;

libaron miel de las rosas y, algo supieron de su hiel