De las verdades no dichas…

                                                                                                (Lectura previa recomendada: 2014 12 13 ¿Futuro sin racionalidad…?)

 

Cualquier lector medio dedicado a leer historia de manera integral, observando toda la circunstancia y las variables y constantes que conforman al tema, en la dinámica de la lucha por el poder y el absurdo de las verdades absolutas, cosas que casi siempre van juntas… estará de acuerdo…

Poco aprendimos de los Romanos, que hasta importaban dioses de los vencidos para llevarlos a sus panteones en la cosmopolita Roma, donde altares y templos les construían para la veneración y adoración… si eran dioses de allá, algo bueno tendrían y si los “consentimos” quizá nos ayuden con los milagros que saben hacer o, al menos, no nos perjudiquen por haber vencido a su pueblo originario… creador… ahora tributario…

Parece que las élites Romanas se envenenaron progresivamente con el plomo, contaminación transmitida por generaciones, y perdieron su capacidad guerrera, creativa y de gobierno en marco de derecho; los que sobrevivieron no estaban debidamente preparados para sostener al imperio… no los capacitaron las élites, no tenían educación ni formación… producían en el campo… y eran los guerreros que morían…

Los cristianos, que de alguna manera heredaron el decadente imperio, enarbolaban la profunda raíz mediterránea del monoteísmo, bueno, en una trinidad…, monoteísmo que muy seguramente hunde sus raíces en el Egipto profundo, durante el reinado de Amenofis IV, (1353-1335 a.C.), más conocido como Akenatón; su cisma e idea no perduro, pero quedó sembrada, no perduró porque, claro, es más comprensible tener muchos dioses con quienes platicar y que se comportan como nosotros, a real imagen y semejanza, que a los que se les puede seguir con el peso de la culpa inexplicable, y del temor al inexistente fuego eterno…

Pues todo lo absoluto, que dentro de lo humano, es irracionalmente sostenible, es lo que rige y ha regido a los señores de la guerra… pero la ideología es únicamente para dirigir al pueblo, no para regir a las “Señores de la Guerra”, cuya única divisa es el poder, y ya sabemos que el poder se funda en el control de la riqueza y de la fuerza.

Veamos un ejemplo histórico y difícilmente cuestionable: La denominada “Segunda Guerra Mundial” (1939-1945 d.C.), pudo haber durado mucho menos tiempo y costado muchas menos vidas, recursos y huellas históricas. Vidas conscientemente sacrificadas, recursos desperdiciados, historia disminuida equivalente a memoria borrada… destruidas para siempre.

Todos los consejos de los economistas fueron orientados al Alto Mando, para que se bombardeara las instalaciones productivas, hecho de guerra que, de tener éxito, haría terminar la guerra por la imposibilidad de continuar la producción de los elementos físicos básicos que la sustentan.

Mantener los bombarderos asediando a la población civil, matando vida, durante algunos de esos años, podría desesperar al pueblo, pero no, de ninguna manera, vencer al ejército; Los recursos de occidente eran muy superiores a los del Eje y a los “Señores de la Guerra” proveedores de los armamentos, les convenía prolongarla lo más posible para acumular cada vez más y más poder económico, el político, sería “naturalmente” derivado… sería dado por añadidura…

Que el Eje agotara sus recursos en tanto se producía demanda sostenida en occidente… las vidas no importaban… la guerra es, y siempre ha sido, un negocio vestido de un alarido ideológico, de intolerancia… siempre impulsado por los ávidos de riqueza… y poder…

Las élites Alemanas, antes del definitivo ascenso de Hitler, cabeza visible de todo una trama políticosocial, cuando se manifestaba ilegal y belicosamente cometiendo atropellos, lo toleraban y hasta lo financiaban, porque creían que, en su calidad de “nobles” y de control, y podían dominarlo, cuando llegara a “extremos…”

Créame que sólo hablo de historia, pero veo en nuestro México, que la cena ya se está sirviendo… y que la plebe, los que no cuestionan, se aglutinan y compactan…, en la irracionalidad como entonces… como tantas otras veces…

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