NEO-NAVISMO O LA DISPUTA POR LA HERENCIA

 

APUNTES PARA UN ENSAYO

(Primera parte)

 

Candidaturas ciudadanas o candidaturas independientes. Entre ellas no hay una diferencia  que deba resolverse con la aplicación de las reglas de la gramática, al menos en San Luis Potosí, y con gran certeza, si nos circunscribimos a la zona de influencia de la ciudad capital y a un reducido ámbito de políticos ilustrados de oposición sistemática y en ocasiones minimalistas.

 

Para los potosinos conocedores de nuestra historia o aquellos que tuvimos la circunstancia histórica de vivirlo, “candidato ciudadano” no es mal sinónimo de “candidato independiente”, son cosas distintas.

 

“Candidato ciudadano” es todo un concepto. Es el perfil de un sujeto de derechos políticos, que, por asepsia, no participa en ningún partido político, pero que se preocupa profundamente por la suerte de sus conciudadanos, fundamentalmente por la manera en que tiene que simular, tolerar, soportar y sufrir los actos perversos y corruptos (la mayoría) del poder público (estado de derecho).

 

De acuerdo con el perfil básico, el “candidato ciudadano”, también dedica atención a las condiciones de vida, los factores que la provocan y las decisiones que podrían impulsar su mejoramiento constante y consistentemente (justicia social); y por último, cree en la democracia como principio pero la juzga inoperante en la práctica, aún cuando ésta sea operada por civiles.

 

Para complementar el esquema, requiere practicar una conducta intachable en los ámbitos familiar, del trabajo y de las relaciones de convivencia con sus semejantes, al tiempo que ofrece parte de su tiempo libre para tareas no remuneradas de beneficio colectivo. No existe posibilidad de la “doble moral” tan achacada o realmente practicada por el político tradicional. Como dato destacado, desconfía de manera absoluta y sistemáticamente, de los medios de comunicación y de los acuerdos a cumplirse en el futuro (¿fundamentalismo occidental latino?).

 

 

 

 EL INICIO DE LA CONFUSIÓN

 

Julio Hernández López, que en los días que corren no necesita presentación, declaró a la destacada periodista Adriana Ochoa, el 16 pasado: “Hay que acabar con el monopolio de los partidos políticos en el registro de candidatos a puestos de elección popular.” , calificándolos de latifundistas que impiden que ciudadanos sin apoyo o banderas de un partido político, puedan sujetar a la decisión del voto popular sus ideas, programas y planes como base para ser electos a puestos públicos desde los que  desean servir (opinión en el ámbito ideal, lo que deber de ser, la esencia o el fondo)

 

 

Solamente un día después, la señalada columnista Martha Eugenia Ortiz, maneja el criterio de la inconveniencia de “candidatos independientes” y a más de hacer referencia a problemas normativos y  experiencias en otros países, ofrece una próxima opinión legal (opinión en el ámbito normativo, el cómo debe hacerse, la forma).

 

El lunes inmediato, Enriqueta Martínez Fonseca, reporta al arzobispo Szymanski, quien con meridiana claridad y sencillez opina en contrario a la posibilidad de candidatos independientes (opinión que no resiste el más leve análisis dialéctico), aduciendo que hay riesgo,  “Porque podrían postularse candidatos sin que se supiera cuál es su modo de ser, a diferencia de los que militan o se identifican con determinado partido político, que cuando menos se sabe de donde vienen sus ideas”, situación de la que cautamente excluye al “Cuarto Poder” (la iglesia), que podría ser representada por alguno de sus exmiembros (opinión en el ámbito de los resultados, de los hechos, la práctica).

 

Líderes de opinión, los tres, plantean sus legítimos (no por ello sólidos, ni válidos) puntos de vista, ¡ah!, pero ¡no son precisamente compatibles!, son diferentes órdenes de una misma cosa. Uno plantea la esencia, lo que debería de ser; el segundo contrapone, pero no señalando argumentos del deber ser, sino del como ser, de la normatividad del ser, de la forma; y el último tratado, argumenta con la práctica, con los resultados posibles de obtener al operar, con cierta normatividad, la esencia.

 

  EN BÚSQUEDA DE CLARIDAD

 

Quedó para ahora esbozar la diferencia entre “candidato ciudadano” y “candidato independiente”. Éste no requiere acreditar las cualidades a que se hace referencia al principio. Independiente puede ser casi cualquiera, cualquier ex priista, panista, perredista, petista o lo que usted se imagine. La distinción está en el terreno de lo ideal, del ideal de ciudadano en la república ejemplar del “mejor de los mundos”, de las tierras de Utopía o Shangrila, plenas de justicia, legal y social, sin envidias ni ambiciones; de democracia perfecta, vecina inmediata de la anarquía; de convicciones morales a toda prueba; de una sola pieza.

 

Así pues, esta polémica informal no se da en los mismos terrenos, y ello no merecería mayor atención si no hubiera los antecedentes referidos al principio. El éxito del neo-navismo sería pleno con la reforma a la Constitución Política del Estado, sí, y solo sí, la redacción observa meticulosamente las palabras “candidato ciudadano”, si únicamente dijera candidato independiente, aún cuando se gana en la posibilidad práctica, se pierde en la de “entronizar” los conceptos del más puro “navismo” a la Norma Superior del Estado.

 

¿Quién gobierna San Luis Potosí?, ¿un miembro del PRI?, o un audaz e inteligente político que ha sabido ascender por los caminos viables, pero no por el soporte y para la defensa de las ideas que lo diferenciaron de los candidatos de diversos partidos (el grave desliz de Szymanzki), aún del propio Nava Partido Político y de la propia (admirable) Conchita.

 

 RETOMANDO LA REFORMA DEL ESTADO

 

¿Quién pues, representa el navismo?. ¿Quién difunde, propaga, sus planteamientos?. Esto es importante cuando la Reforma del Estado no sólo se da en el ámbito federal, sino que también se está realizando en el orden estatal.

 

La reforma de la Constitución, de la que ya en meses pasados circuló un ejemplar, por cierto criticado por el “Grupo Plural”, sigue un proceso que la ciudadanía desconoce en detalle, o bien, un camino flexible que se ajusta a cada variación de la coyuntura, en la búsqueda de encontrar la mejor de las oportunidades (no hay plan franco y abierto). Se anunció que de nuevo se realizarán reuniones regionales de consulta, ha de ser para sustentar un proyecto que ya existe y que, en realidad, hasta hoy, desconocen los ciudadanos que se “constituyen” (ironías de la vida, ¿torcidos caminos de Dios?).

 

Lo cierto es que, criticar sin proponer, no es una actitud constructiva ni responsable, es, simplemente, contestataria, acomodaticia. Y sucede también que, opinar en cuestiones estrictamente legales, desconocidas, me resulta imposible. Por ello, pretendo contribuir con información que permita a los asistentes a las supuestas reuniones regionales, y a todos aquellos interesados, contar con mayores elementos para fortalecer la fundamentación de un juicio.

 

Daré una visión general del surgimiento de las ideas a cerca del “candidato ciudadano” a que nos referimos al principio. Nos llevará a recordar rápidamente tiempos en que valiosos ciudadanos (independientemente de su ideología), aportaron lo que hoy se ofrece como si fuese de orígen anónimo, al menos no se acredita autor (¿será propositivo?). Quiero informar, opinar, proponer, tomar postura,por ello la publicación de estos apuntes y todas las demás publicaciones.

 

Así pues, seguiremos con este tema, con este afán: el propositivo, el de compromiso, el del riesgo de equivocarse; y habrá que cuestionar: ¿la Reforma será aprobada únicamente por los diputados, no electos para ello?, o ¿se creará, dentro de la ley, un auténtico mecanismo que consulte la adopción o rechazo del proyecto, por los propios ciudadanos constituyentes?

 

 

 

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