Del San Luis de juventud y más

Cúmulo de imágenes, gran cantidad de vidas,

diversidad de comportamientos,

cinismos, traiciones, envidias,

venganzas infundadas y fundadas;

poca bondad, poca tolerancia, poca solidaridad.

 

Y cada quien con lo suyo,

sumar todo, y lo que le pueda, a otro, y a otros quitar.

Escasos los ratos gratos, de paz, de serenidad, por breves, intensos,

y… todo se quedará, nada nos llevaremos;

¡qué triste necedad…!, ¡nunca  entendida…!

 

Esa doble moral decimonónica,

esa forma de ser, quizá eterna:

custodiar la injusticia, velar por tu pierdas,

degradar la verdad, evitar la equidad,

del cura al juez, al militar, al padre… al obrero.

 

Por qué demandabas lealtad, predicando fidelidad,

por qué exigías honradez y propalabas justicia,

por qué no enseñaste vida, con el realismo mordente,

porqué engañaste a todos, con un fingir permanente,

y engañabas con la hermana y sembrabas siempre insidia.

 

Falso protervo y falaz, tristemente contumaz

ni fuiste mediterráneo, ni te acercaste a Lutero,

operabas según Swinglio y Juan Calvino; el dinero.

Sólo tu voluntad que reinaba, lo demás se suprimía,

se eliminaba y cortaba, y siempre se reprimía.

 

Predicaste según Cristo, actuabas cual vivo diablo,

creíste comprar tu gloria, con dinero y con favores

olvídate la Reforma, las indulgencias pagaste,

sólo sabes que te dieron, a cambio de tu herejía,

nunca he creído la Gloria, fuste una gran felonía.

 

Así sembraste discordia, cosechando las envidas,

separándonos a todos, de manera permanente,

no hubo a quien no dañaras, hasta que por fin partiste,

aquí esperamos que nunca, a nuestro lado regreses,

tu memoria es muy ingrata, muchos sueños destruiste.

 

Al final, ¿qué ganaste…?, nada…

Como llegaste… te fuiste…

 

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