Realizando un comento.

Creo que las mascotas se originan en una degradación del contrato o convenio que el hombre logro realizar en el proceso civilizatorio con algunos de los denominados animales; muy especialmente con los perros y los gatos.

Los perros tienen muchas facetas ayudan con la seguridad, sirven de guardias, apoyan trabajos de pastoreo y otros, de caza, y más, que le son retribuidos con alimento cotidiano, cuidado y amistad o cariño y amor.

Los gatos nos tienen libres de ratas y Ratones y nos hacen silente pero presente compañía y, en veces, juegan con alegría y gracia, contra la seguridad de ser alimentados, tener calor y reconocimiento, cariño y hasta amor.

Estos últimos estuvieron a punto de ser exterminados, al menos en Europa, cuando la Santa Madre Iglesia, católica, apostólica y Romana, los asoció con las sabias mujeres, conocedoras de los sortilegios de la salud y fortaleza física, por medio de plantas y, en veces, algunos placebos y hasta fulminantes venenos, al grado que las calificó de brujas y llegó a quemarlas vivas; los gatos morían como ellas, por ser seres del “demonio”.

Por ello, ante la abundancia de ratas por falta de gatos, se presentó una de las grandes “pestes” que diezmaron a la población.

Los niños, son nuestros congénere, nos aseguran la supervivencia de la especie y en casos son relegados al olvidar los acuerdos de convivencia con otros seres útiles y relegarlos al retraso del mal comer o a la muerte por inanición; mientras los derivados de los contratos, gozan y gastan mucho más de lo que nos imaginamos a cambio de moda, presunción o simple compañía, no siempre necesaria no conveniente.

Ese es el resultado del proceso que desvirtúa los acuerdos primarios y subvalora a nuestra propia especie…

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